Quito.- El cantautor español Joaquín Sabina deslumbró anoche a Quito con un concierto en el que se mostró rejuvenecido con su nuevo álbum “Lo niego todo” y en el que plasmó su complicidad con el público a través de su viejo repertorio, siempre actual.
Con seis meses de retraso, el músico de 68 años, volvió a la capital ecuatoriana para pedir disculpas por no haber llegado en abril pasado, como tenía previsto, por culpa de una “diverticulitis aguda”, por la que tuvo que ser sometido a una intervención en mayo.
Pero si alguien pensaba que la dolencia y la edad afectarían a su conducta, Sabina dejó claro que está tan joven y vigoroso como su público, que no paró de cantar a viva voz cada una de sus melodías.
En un escenario de luces perfectas y nítidas, con pantallas gigantes de alta definición, Sabina y sus músicos se presentaron entre acuarelas y trazados que componían un fondo artístico permanente.
El cantante español, además de pasar revista un poquito a su vida y recordar referentes como Chabuca Granda, Paco Ibáñez o Joan Manuel Serrat, también destacó a sus músicos, a los que consideró como su verdadera familia.
Además, medio en broma y medio en serio, Sabina aseguró que su banda es muy curiosa, pues es la única que tienen excelentes voces, excepto la del cantante principal.
Por ello, quizá, Jaime Asúa, Pancho Varona, Antonio García de Diego y Mara Barros compartieron escenario y cantaron, en solitario, entre ellos y también con Sabina algunas melodías que fueron aplaudidas y algunas coreadas por la gente.
La gran actuación de los músicos prendió al público quiteño que mostró su complicidad con el arte impreso por Sabina y los suyos. Por ello, el coliseo “General Rumiñahui”, uno de los más importantes de Quito, explotó permanentemente con las ovaciones de los 10.000 asistentes al concierto de anoche.
En el repertorio se escucharon un puñado de las nuevas melodías del álbum “Lo niego todo”, como “Quién más, quién menos”, “No tan deprisa”, “Postdata” y “Las noches de domingo acaban mal”, entre otras.
Pero fueron también las canciones un poco más añejas las que pusieron de pie a la concurrencia que coreó a rabiar melodías como “Una canción para la Magdalena”, la mítica «19 días y 500 noches”, “Noches de boda” y “Princesa».
El público estuvo tan comprometido que incluso salvó al español al mantener el coro cuando un espasmo de tos quebrantó su voz, lo que no oscureció la ovación al final de la melodía.
También aprovechó el episodio para bromear y dijo que recomendaría a sus colegas que tosan al final de las canciones para que el público aplauda.
Pero el paroxismo llegó cuando la banda empezó a entonar las primeras notas de “Y nos dieron las diez”, un verdadero himno para el público que, además, es una de las canciones más famosas de Sabina, pues ha recibido 17 discos de platino Esa melodía fue el aviso de la despedida.
“Hasta siempre Quito. Hasta siempre Ecuador”, dijo el cantante en los tonos finales de la melodía, para luego descolgarse del hombro la guitarra y despedirse quitándose el nuevo bombín que le habían obsequiado antes del concierto.
Pero la gente no se fue y obligó a volver a los músicos para un par de bises con los que puso fin a su presentación, aunque Sabina tuvo que llevarse a sus compañeros que recibían el rabioso aplauso del público.
“Hasta siempre”, insistió y desapareció del escenario. Sabina, dentro de su gira, visitará en las próximas semanas Perú, Chile, Argentina y Uruguay, y se prevé continúe por Centroamérica en los primeros meses del próximo año.