Rutger Bregman: “No hay una democracia real, tenemos una aristocracia electa"

Rutger Bregman: “No hay una democracia real, tenemos una aristocracia electa»

Rutger Bregman: “No hay una democracia real, tenemos una aristocracia electa»

Rutger Bregman

Barcelona (España).– Con apenas 33 años, el historiador holandés Rutger Bregman está considerado como uno de los pensadores más preeminentes de Europa, defendiendo teorías en favor de una renta básica universal o de que, en esencia, la gran mayoría de la gente es buena, como asevera en su nuevo ensayo “Dignos de ser humanos».

En una rueda de prensa telemática, el escritor se ha mostrado encantado este lunes de que su último título haya sido traducido al castellano y al catalán (Anagrama/Empúries), una propuesta en la que aboga por repensar doscientos mil años de historia a partir de la “evidencia científica” de que el ser humano tiende más a cooperar que a competir, a confiar que a desconfiar.

Capaz de levantar más que murmullos en su intervención en el Foro de Davos de 2019, donde no le han vuelto a invitar y donde reprochó a las élites mundiales que no trataran en estos encuentros sobre la evasión de impuestos, ahora en este libro, que en apenas unos meses se ha convertido en un éxito editorial en Países Bajos, Alemania e Inglaterra, vuelve a ser atrevido y a afirmar que es el altruismo y no la competitividad el motor evolutivo de la humanidad.

Sin embargo, si durante siglos se ha pensado que la naturaleza humana es egoísta es, en parte, porque “esto beneficia a los que están en el poder, puesto que si no confiamos entre nosotros, entonces necesitamos jerarquías, ministros, reyes, reinas, mientras que si pensáramos que la mayoría de la gente es decente, lo que tendríamos es una sociedad más igualitaria». “Si somos honestos -ha subrayado- hoy no tenemos una democracia real, tenemos una aristocracia electa.

El pueblo lo que tenemos es la posibilidad de escoger a nuestros aristócratas, pero lo que sería una democracia real es que la gente se pudiera convertir en política».

Entiende Bregman que hay “centenares de experiencias planteadas de democracia participativa en el mundo y lo fascinante es que son capaces de alcanzar compromisos, el problema, lo reconozco, es que parecen humanamente aburridas, comparados con los escándalos del día a día».

Ha precisado en este punto que con la democracia participativa “la gente de a pie alcanza compromisos razonables, pero esto no gusta a las televisiones». Por otra parte, ha pedido que se distinga entre periodismo y noticias.

“Las noticias diarias, incluso horarias son sucesos, sensacionalismo y mi veredicto al respecto es espantoso. Las noticias no son buenas para la democracia y recomiendo a la gente que las deje de seguir porque te convierten en más cínico, hay evidencias de eso, y provocan que se deje de considerar la posibilidad de cambios políticos”, ha apuntado. Por el contrario, “el buen periodismo le habla al poder, lo controla y lo mantiene en jaque y esto es humanamente importante». “Es importante practicar el periodismo constructivo.

Se pueden dar las malas noticias, pero centrándose en las soluciones. Eso es practicar un buen periodismo, abordar los grandes desafíos y la posibilidad de cambio.

El buen periodismo da esperanza”, ha apostillado. En su alocución, tampoco ha dejado en buen lugar a las redes sociales como Twitter, que ha calificado de droga, “diseñada de manera que te hace completamente adictivo y que nos centremos solo en lo negativo. Activa lo peor de nosotros, por lo que recomiendo que la gente lo apague».

A su juicio, “las redes sociales son malas para la salud física y mental. Es una estupidez que dejemos que unas empresas norteamericanas dominen toda una esfera, aunque, por suerte, Europa empieza a despertarse».

Legislar sobre ellas, como se hace con el alcohol, opina es la solución para intentar acabar con la “adicción” a unas empresas que “quieren solo ganar dinero, no hacerte feliz, solo que estés completamente enganchado». Durante la rueda de prensa, Bregman ha incidido especialmente en que lo que distingue a los seres humanos de otras especies es la capacidad de cooperar, de “aprender unos de otros, aunque la gran paradoja hoy es que parece que el mundo no sea para los supervivientes más cordiales, sino de los más sinvergüenzas como Trump, Bolsonaro o Johnson».

Bregman ha argumentado que “haber llegado hasta aquí viene dado por el propio auge de la civilización, como ya planteó Rousseau en el siglo XVIII, considerándolo entonces un loco, pero hoy hay evidencias antropológicas de que en sus tesis hay mucha verdad». A la vez, no se ha mostrado pesimista porque cree que se está llegando a la época final del neoliberalismo y en las sociedades de todo el mundo “hay una nueva generación que es la más progresista, feminista y abierta a ideas más radicales que ha habido nunca». “Espero que hayamos llegado a tiempo”, ha concluido en referencia a cuestiones como el cambio climático.