Romper con toda tradición
Los católicos tradicionales suspiran por el Vaticano I y abominan, no quieren saber, del Vaticano II, pues más que una religión que le plantee problemas, conflictos e interrogantes, prefieren una religión hecha de mitos, de usos, de costumbres y venerables tradiciones.
Para hombres y mujeres así el Jesús válido es que más se parece a Moisés y a los suyos:”aquellos mortales que comían el maná en el desierto y que vivían a expensas de la Providencia”. Lo que le interesa es un Jesús que les resuelva los problemas, un Jesús milagrero, no el Jesús de la liberación y del compromiso a favor de los más desposeídos de la sociedad, un Jesús que nos pide que nos desinstalemos y que echemos la barca para lo más profundo del océano.
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Son los salvajes de siempre que nunca faltan en la Iglesia Misericordiosa del Señor Jesús. Han hecho de su religión un culto misterioso, desencarnado de la realidad y ocupan sus ocios espirituales en rezar rosarios, en montar carrozas, en un culto que no tiene nada que ver con la realidad.
Cristianos y cristianas así no buscan a Dios, sino que buscan sus milagros, no quieren el Pan de Vida, sino el pan para una vida más fácil. En vez de buscar a Dios en la clara acción y el compromiso, quieren que Dios le busque a ellos en el desierto de su pasividad y que el envié desde el cielo el Pan y todo aquello que le están pidiendo.
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