Hablar en abstracto de las bondades de la empresa privada provoca que muchos termocefálicos con ideas de principios de la revolución industrial, o sea hace casi dos siglos, refuten y discutan alzando su puñito cerrado como un cañón de futuro mientras elogian, defienden o alaban a los Castro, Chávez y Maduro, Ortega, Evo y demás verdugos de sus pueblos.
Pero resultados concretos son difíciles de rebatir, como demuestra Central Romana tras nueve décadas de provechosa creación de riquezas en el este del país. Unos 6,000 colonos del ingenio recibieron en estos días más de RD$2,000 millones como pago por 960,000 toneladas cortas de caña de esta zafra azucarera.
Hace pocos meses, Romana también pagó RD$850 millones por bonificación a empleados y obreros al finalizar la molienda. Esas proezas agroindustriales cuentan con certificaciones medioambientales internacionales.
Sus demás aportes al turismo y bienes raíces, zonas francas y ganadería, su magnifica responsabilidad empresarial, paz laboral y compromiso social, obligan a felicitar siempre como ciudadano corporativo ejemplar a Central Romana, sus propietarios, ejecutivos y colaboradores.