“Quien elige una carrera como la de abogado a ella tiene que entregarle el corazón” (Osorio, El Alma de la Toga). Coincido con este autor, pues he podido comprobarlo en el ejercicio, sumándole la fuerza de la razón y la pureza del alma.
Esta entrega es necesaria para permanecer exitosamente en el ejercicio. Frente a los retos y desafíos diarios de la abogacía, solo la consagración vocacional reafirma nuestra elección, ya que el de los abogados es un rol trascendente en la sociedad.
El abogado es un socorrista. Atiende llamados de auxilio, en defensa de derechos de sus clientes. En la medida que las sociedades conquistan derechos, se crean situaciones de desconocimiento y estos se ven amenazados o vulnerados.
He aquí los escenarios donde entra el abogado para, con sus capacidades defenderlos o procurar su restauración. Interviene para conciliar el conflicto entre los intereses de la sociedad y los siempre cambiantes de los individuos. La del abogado es una profesión fundamental para la realización de la justicia y la paz.
Su labor procura la disposición y reconocimiento de derechos en las normas y, su posterior realización práctica (Von Ihering). La profesión aporta los insumos para diseñar y poner en práctica políticas y movimientos para alcanzar los niveles institucionales requeridos para vivir en una sociedad desarrollada.
Son muchos los retos y desafíos profesionales, éticos, morales y deontológicos del abogado. “La abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional y que nuestro título universitario no es “Abogado”, sino de “Licenciado en Derecho, que autoriza para ejercer la profesión de Abogado”. Quien no dedique su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales, será todo lo licenciado que quiera, pero abogado no (Osorio). Ahora bien, hoy esas consideraciones son incompletas.
La profesión jurídica se ha transformado. En un mundo globalizado, el abogado presta su conocimiento para contribuir con la solución de problemas tan diversos de sus clientes como la sociedad misma.
Dicha profesión deberá ajustarse a los actuales requerimientos ya que no se circunscriben a la solución de disputas en los tribunales de justicia; sino a asesorar para conciliar intereses fuera de estos. Aunque ello responde a la interrogante de cuál es el rol del abogado en la sociedad, este papel expone al profesional a nuevos retos que nos permitiremos abordar en una entrega posterior.