Creíamos haberlo visto todo en este mundo traidor, pero nos equivocamos medio a medio: los ladrones se roban ahora hasta las banderas nacionales que ondean junto a los monumentos con los que se rinde tributo a los prohombres de nuestra historia.
En un decidido esfuerzo por demostrar que el avance de la criminalidad entre nosotros no es simple percepción, como dice la Policía, un grupo de pillos protagonizó en días recientes una de las afrentas más osadas y escandalosas, al hurtar, sin miramiento alguno, 21 banderas dominicanas que adornaban orondas el panteón a los mártires de la gesta antitrujillista que puso fin a la dictadura en 1959.
Este hecho bochornoso nos dice algo. Nos dice que estamos perdiendo la guerra contra la vigencia de los principios fundamentales que sustentan a la nacionalidad.
Nos dice también que mientras nos debatimos en luchas estériles para los de abajo subir al poder y los de arriba quedarse arriba, el lodo nos embarra cada vez más.
¿Percepción?