Todos los indicios observados hasta el momento, dan a entender que el veterano Robinson Canó, ya con 39 años de edad, tiene la firme convicción de que todavía puede realizar un buen trabajo en las Grandes Ligas.
El simple hecho de ir a jugar a Triple A, después de ser un jugador estelar por más de 15 temporadas, es una señal fehaciente de que se cree que todavía no es tiempo de retirarse.
Esto así, porque ya tiene acumulada una fortuna multimillonaria en dólares, por lo que no tiene necesidad de pasar crujías en equipos de ligas menores.
Sin embargo, cuando los Padres de San Diego lo enviaron a Triple A, se deportó sin ningún inconveniente.
Ahora que fue transferido a los Bravos de Atlanta, equipo que apenas pagará un dólar por sus servicios, debe dar el mil por mil para demostrar que puede mantenerse en la Gran Carpa como regular o como emergente de lujo.
A nadie le quepa la menor duda que Canó, a pesar de sus dos suspensiones por el consumo de esteroides, un error garrafal que n o debió incurrir nunca, es un individuo sumamente calculador e inteligente.
Eso me lleva a pensar. que todavía siente que está en condiciones de proporcional algún valor agregado al equipo que lo contrate.
Ahora, si no puede producir con los Bravos, tal y como ocurrió en Nueva York y en San Diego, que tome sus motetes y venga a atender sus múltiples negocios en el país.