Robert Schuman: Padre de Europa. La vida luminosa de un político cristiano del siglo XX

Robert Schuman: Padre de Europa. La vida luminosa de un político cristiano del siglo XX

Robert Schuman: Padre de Europa. La vida luminosa de un político cristiano del siglo XX

 

El 9 de mayo de cada año se celebra el “Día de Europa”. Así lo dispuso el Consejo Europeo desde 1985 para asociar, de este modo, la fecha fundacional del más ambicioso proyecto de integración económica y política existente a la fecha, es decir,  “La Unión Europea”, a la célebre “Declaración Schuman” del 9 de mayo de 1950, declaración que lleva el apellido de uno de los más grandes y visionarios líderes de Europa y del mundo de todos los tiempos: nos referimos a Robert Schuman (1886-1963), conocido también, y esto nos permite calibrar la trascendencia singular de su vida y de su obra, como “Padre de Europa”.

Uno de sus más cercanos colaboradores, nos  referimos a René Lejeune, ha escrito una de las biografías más hermosas y apasionantes sobre Schuman (Robert Schuman, Padre de Europa: 1886-1963. Ediciones Palabra, Madrid, 2000),  la cual constituye referencia obligada para todo quien procure acercarse al conocimiento de la fecunda vida de este gran político cristiano del siglo XX, que desde el servicio público de su nación, ha dejado huellas imborrables para  el continente europeo y toda la humanidad.

El Profesor André Philip, quien compartió muchos años de vida política y parlamentaria con Schuman, y conste que en banderías opuestas, para que sea más creíble su testimonio pues Philip militaba con De Gaulle, lo describe de este modo: “lo que al principio me llamó la atención de él fue la irradiación de su vida interior. Se veía uno ante un hombre entregado, sin deseos personales, sin ambición, de una sinceridad total y una humildad intelectual que solo buscaba servir donde y en el momento en que se sentía llamado…en la atmosfera enfebrecida de los debates parlamentarios, resultaba refrescante encontrar a un hombre siempre dispuesto a entablar diálogo, buscando persuadir, teniendo en cuenta las objeciones, siempre con la misma calma y una entera cortesía. Para alcanzar sus propósitos, por muy importantes que fueran, jamás empleó un medio vulgar, exageró el peso de un argumento o levantó la voz”.

Nacido el 28 de junio de 1886 en Luxemburgo, era el único hijo del matrimonio formado por Jean Pierre Schuman y Eugenia Duren. Aunque su padre, hombre de severo carácter y quien le transmite desde pequeño el valor de la disciplina y la responsabilidad, fallece cuando contaba apenas 14 años de edad, queda al cuidado de su madre, mujer de modales exquisitos y profunda piedad, que desde su más tierna infancia inculca a Robert el valor de la fe cristina, la cual le servirá de inspiración para encontrar luz y fuerza en medio de las grandes dificultades que debió sortear como hombre de estado.

Schuman era un apasionado de la unidad europea y anhelaba en lo más hondo de su espíritu contribuir de forma decisiva a este acariciado ideal el cual soñaba con más fuerza al constatar su fracaso en las dos guerras mundiales y ser testigo de excepción de las profundas  rivalidades entre Francia y Alemania sin cuya superación sería menos que una quimera hablar de una Europa fuerte y unida.

Su vieja aspiración, en medio de los escombros y las heridas de la segunda guerra mundial, volvía a renacer. Ya en su alma estaban las cicatrices del primer intento fallido de tan sentida aspiración- sentar los cimientos de la unidad europea- pues pudo contemplar impotente cómo se tornaba fallido, por las ambiciones y las torpezas del liderazgo europeo de entreguerras borracho de radicales ideologías, el ideal de la Sociedad de Naciones, precedente de la Organización de las Naciones Unidas, que su compatriota y antiguo predecesor en el Quai d’Orsay ( Ministerio de Exteriores de Francia), Arístides Briand había impulsado y defendido con singular denuedo lo mismo que propusiera, ya entonces, la creación de la “ Unión Federal Europea”

Varias condiciones favorables se anudaron para que su decisiva contribución se tornara realidad. En 1949 asciende a la Cancillería Alemana Konrad Adenauer,  un hombre de Estado con profundos valores cristianos, amigo de Schuman. Schuman es nombrado en Francia como Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Bidault aunque no encuentra fácil el camino: ¿quién podría confiar en Alemania, era la lógica dominante, después de lo que significó la devastación de Hitler para la misma Francia,  para el continente y la humanidad entera?

Pero trabaja con ahínco y enorme prudencia, afina en privado su propuesta con Jean Monnet y el mismo Adenauer, hasta que el 9 de mayo de 1950 se hace pública la famosa declaración que lleva su nombre mediante la cual “El Gobierno francés propone colocar el conjunto de la producción franco-alemana del carbón y el acero bajo una Alta Autoridad común, en una organización abierta a la participación de otros países de Europa”. De esta forma, y venciendo todas las reservas y reticencias imperantes a base de su tenacidad, prudencia e inteligencia, logra afirmar la base de lo que es hoy la Unión Europea.

Al celebrarse hoy el 68 aniversario de la Declaración Schuman, día de Europa, preciso es que, más allá de los lúgubres vaticinios de los euroescépticos, vuelva a reafirmarse con más fe la apuesta por el proyecto europeo y sus valores, pues como afirmara el propio Schuman en su  libro testamento: “Europa es la cuna y la guardiana de la democracia y…. Europa debe ser dueña de su destino…Europa debe volver a ser una guía para la humanidad, pues prefigura la solidaridad universal del fututo.”