Como se sabe, a partir del siglo XVIII, el crecimiento económico se convirtió en un objetivo fundamental para la economía por el hecho de que este se vislumbraba como una de las causas para que se genere la riqueza de una nación. Las evidencias empírica ponen de manifiesto que bajo esa premisa se puede medir el desempeño de cuanto puede avanzar o retroceder una economía, en el marco del ciclo económico, y que en el caso de la economía dominicana se puede apreciar a través de un proceso de transformación, en el cual ha pasado de una orientación centrada en la producción agrícola a una de servicios, orientada hacia el turismo, para el periodo 2005-2019.
En ese contexto se puede resaltar la capacidad de superar los episodios de crisis que se han observado en la economía dominicana, durante el Período 2005-2010, al lograr una pronunciada recuperación y estabilidad macroeconómica. Por igual, en el 2008 la economía dominicana fue afectada por un deterioro progresivo de las condiciones financieras, a nivel internacional, desatada por el colapso del mercado inmobiliario de USA, el cual desaceleró el ritmo de crecimiento del PIB.
Tambien se destaca la recuperación impresionante, durante el Período 2009-2012, cuando el PIB cerró el 2010 con un vigoroso crecimiento de 7.2%, como expresión de la consolidación de la recuperación que se había iniciado desde finales del año 2009, tras la crisis global. La capacidad de superar los episodios de crisis de la economía dominicana ha sido fruto del dinamismo experimentado en la economía al descansar en diversos sectores, y la construccion de un patrón de sostenibilidad del ritmo de crecimiento del PIB por el orden de un 5% , en promedio, en las últimas cuatro décadas.
En tal caso, la economía dominicana logró un largo periodo de crecimiento con estabilidad Macroeconomica durante el Período 2006-2019, es decir, un ciclo económico de manera ininterrumpida, el cual resulta interesante en tanto y cuanto los lineamientos de política económica ejecutados fueron consistentes con los resultados de sostenibilidad. En efecto, la economía dominicana experimentó un fuerte crecimiento económico, cuyo impacto fue una mejora en los niveles de pobreza,
Es importante destacar que el progreso de la economía dominicana puede dividirse en tres fases que permiten ponderar qué tanto se ha avanzado en materia económica en la República Dominicana. En efecto, una primera fase puede ser considerada para el Período 2006-2011, una segunda fase para el 2012- 2015, y una tercera fase 2016- 2019, los cuales aportan una idea objetiva del desempeño de la economía dominicana en el marco del ciclo económico.
La primera fase, 2006-2011 en la que se logra la recuperación de las devastaciones del 2003, para el Período 2005-2007, con un promedio de crecimiento por el orden del 5.1%. La segunda fase comprende el Período 2012-2015 no estuvo influenciado por eventos de crisis, y los precios del petróleo en el mercado mundial se mantuvieron relativamente estables y a la baja, con una vulnerabilidad visible por los cambios que se produjo en el ámbito político y económico a nivel global.
Para el 2016- 2019 se registra una situación muy diferente a los periodos precedentes, la economía dominicana muestra una ralentización gradual en el crecimiento del PIB al arrojar en el 2016, 6.6%; en 2017, 4.6%; para 2018, 7.0%; y para 2019, 5.1%, es decir, un crecimiento ondulado. Estas cifras permiten interpretar que la economía dominicana exhibía una desaceleración en su ritmo de crecimiento, acompañado de un excesivo nivel de endeudamiento, a través de emisiones de bonos soberanos, y fuertes debilidades en los ingresos fiscales y la institucionalidad..
Estos elementos se han agravado con la actual crisis sanitaria, que se ha traducido en una crisis económica, cuyos efectos son palpables en la pérdida de empleo, un tipo de cambio superior al RD$ 58 por un dólar, déficit presupuestario alarmante, deterioro en los sectores generadores de divisas y alerta en los indicadores del riesgo pais. Este malestar en la economía dominicana presenta un panorama de riesgos en medio de una crisis sanitaria y transición de gobierno, lo que obliga a que del proceso electoral surja un gobierno revestido de la mayor legitimidad para que la economía logre su recuperación y confianza, cuanto menos a finales del 2021.