Daris Javier Cuevas
La crisis sanitaria global, pandemia, durante el periodo 2020-2021 desencadenó en una crisis económica global, la cual ha estado rodeada de múltiples crisis como en la materia prima o precio de los commodities, crisis energética, aumento desproporcionado en los precios de los bienes y servicios y una brutal desconfianza en la economía y los diferentes mercados a escala planetaria.
Esto pone de manifiesto que las economías locales tienen un mayor vínculo con el resto del mundo, lo que significa que, de manera permanente, aumenta la probabilidad de que los shocks externos, y a su vez, estos impacten sobre las economías nacionales ya sea positiva o negativamente.
Desde ya se tiene la advertencia de que el panorama económico global se expone y enfrenta a importantes eventos de vulnerabilidad y riesgos, el cual se percibe por el alto grado de inseguridad marcado por una serie de crisis económicas y acontecimientos negativos que impactan en la economía local.
Para mi inolvidable profesor y economista, Antxon Mendizábal, de la UPV, España, ese contagió se produce porque “la globalización aparece como la expresión más agudizada del proceso de internacionalización de manera tal que convierte el planeta en una ciudad Global y aumenta la interdependencia de las diferentes economías y sociedades”.
Es en tal contexto que el Banco mundial está advirtiendo que el mundo ha ido avanzando hacia una recesión global de cara al 2023 con impacto inevitable en los mercados financieros que se expresaría en una crisis financiera en las economías emergentes y en las economías desarrolladas, situación que causarían daños perdurables a la economía global.
Por igual, este organismo financiero multilateral está atribuyendo una gran responsabilidad a los bancos centrales por la implementación agresiva de sus políticas monetarias restrictivas con el objetivo de desactivar los gérmenes inflacionarios predominantes.
Y es que resulta que, al momento de enfrentar la crisis sanitaria, ya se contaba con la presencia de una crisis económica derivada de la pandemia global, ante la cual los bancos centrales fueron obligados a recurrir a aplicar medidas orientadas a estimular la economía con el objetivo de lograr una recuperación inmediata.
Es a partir de entonces que en la economía global iniciaba a dispararse las presiones inflacionarias, por lo que al desmontar los estímulos y tomar medidas para frenar la actividad económica mediante el aumento de la tasa de interés, entonces, esto ha ido provocando una situación mucho más compleja y perturbadora que apunta a una recesión económica a escala global.
Una recesión económica en las actuales circunstancias seria catastrófica ya que ninguna región del mundo resultará intacta de ser impactada, por lo que se discute es la magnitud del huracán economico que será el año 2023. Pero la gran preocupación es el efecto de esta proyectada hecatombe económica en las finanzas publicas y la propia estructura de cada economia, lo que obliga a repensar el nivel de preparación que desde ya se tiene para enfrentar tal escenario.
Sin lugar a dudas, las familias, las empresas y los gobiernos desde ya están llevando la peor carga de las devastaciones económicas que se dejan sentir, negarlo es vivir de espalda a la realidad. El solo hecho de no lograr detener la inflación es una evidencia irrefutable de lo afirmado, la espiral alcista de los costos de la energía es todavía más alarmante y son pruebas suficientes para asumir que se está ante la presencia del borde de una recesión global.
El hecho de que el FMI haya rebajado la proyección del crecimiento economico en un 2,7% para el 2023, incluso la posibilidad de que pueda ser inferior a un 2%, es una muestra fehaciente de los riesgos en que ha caído la economia global. Por igual, la UNCTAD sostiene la potencialidad de una recesión económica global y atribuye la presencia de la misma a los ajustes permanentes que se han producido en las políticas económicas y que la ralentización se expresará en un anémico crecimiento del PIB por el orden de un 2,2% con empeoramiento.
Así las cosas, el hecho de que haya el potencial de incorporar una posible turbulencia financiera al panorama economico actual implica que los riesgos en la economia seguirán aumentándose y oscureciendo el ambiente. Esas advertencias son suficientes para ser cauto y prudente con la política económica a ejecutar y evitar de apagar el fuego con un galón de gasolina en la mano.