Si se asume como valido que el desarrollo humano es la evolución del entorno de todas las personas, y que de estas mismas depende absolutamente las posibilidades de vivir en forma fructuosa y creadora, de acuerdo a sus necesidades e intereses, entonces, se puede tener la sospecha fundamentada de que se enfrenta una preocupación de que el bienestar colectivo está en riesgos. Se trata de que a escala global se evidencia un marcado deterioro derivado de la crisis sanitaria mundial que ha impulsado cambios que se han originado en la economía mundial y de situaciones multifactoriales de orden económico, social y político por lo cual el planeta está ha transitado.
Alrededor del mundo el tema de la salud se ha tornado cada vez más de gran relevancia, tanto para países de altos ingresos como para los de ingresos medios y bajos. Esto así ya que el problema de la crisis sanitaria global está incidiendo de forma determinante en el detrimento del crecimiento económico, en virtud de que corresponde a la capacidad de la economía el hecho de aumentar la producción de bienes y servicios.
Para la economía los beneficios que se derivan de una buena salud es que se contribuye al crecimiento economico en muchos sentidos, tales como una más rápida transición demográfica, un mayor desempeño educacional, incremento de los ahorros familiares, crecimiento de la productividad laboral, y una mejor estabilidad social y económica. Pero es que en general, la crisis sanitaria se ha expresado en un incremento sorprendente en las tasas de mortalidad y contagios, sin importar estratos sociales, aunque los pobres sufren de un alto rango de estos dos flagelos, porque son más susceptibles a esta terrible enfermedad debido a la carencia de recursos para enfrentarla.
En el actual contexto de crisis sanitaria se están manifestando tres factores fundamentales a través de los cuales los problemas de la salud comienzan a ser un obstáculo para la prosperidad y desarrollo económico a escala global. Estos tres problemas se producen en que las expectativas de vida se convierten en una incertidumbre, los efectos negativos en el desarrollo de la educación, así como la pandemia podría erosionar la cooperación social, la estabilidad política y macroeconómica.
Bajo ese enfoque se interpreta que en la economía global predominan riesgos y tensiones derivados de la insignificante dinámica que registra el comercio y los mercados financieros globales los cuales son una amenaza para los sistemas financieros, al tiempo que genera inseguridad alimentaria y en el ingreso. Pero resulta que en el marco de una contracción económica y comercial global, las economías han entrado en una fase de alta vulnerabilidad, lo cual explica la fragilidad económica predominante y un crecimiento del PIB decepcionante.
La economía global está girando alrededor de una crisis sanitaria sin precedentes y que ya había entrado en una situación muy frágil fruto de la inentendible guerra comercial y unos mercados financieros bordeados por una volatilidad derivada de una situación especulativa que solo generaba incertidumbre. La desaceleración que se registra en la economía global permite anticipar que al ritmo que presentan las grandes economías, estas podrían convertirse en los próximos años en economías emergentes y las economías en vía de desarrollo incrementarían su coeficiente de desigualdad y pobreza.
Si se observa de manera dilatada la dinámica socioeconómica global y el cambio en la atmósfera generado por la producción humana, y que aumenta la temperatura global, entonces, se puede arribar a la conclusión de que el aumento en la población humana va a tener fuertes efectos en diferentes áreas y este es otro riesgo que se agrega a la economía global. Pero resulta que esto está conduciendo de manera directa a una nueva reconfiguración de la producción mundial, con tendencia a la fragmentación geográfica de la producción, con una clara amenaza de que pueda estallar una crisis alimentaria y una hambruna de consecuencias impensables.
En el contexto de los riesgos que amenazan a la economía global se puede inferir que la pobreza y la inequidad se están acelerando y multiplicando de tal magnitud que se podría estar asistiendo en el futuro inmediato a la construcción de un mundo forrado de desigualdad donde la pandemia ha superado a las muertes por hambre que venía registrando el mundo cada año. Las cifras de muerte y contagios en a escala global son alarmantes y las vacunas anunciadas aun no resultan convincente ya que se espera una guerra en el mercado de esta y posibles descalificaciones para definir quien ha logrado el hallazgo del milagro del antídoto, mientras tanto el mundo sigue bajo riesgos e incertidumbre.