SANTO DOMINGO.-El deseo de convertirse en diplomático para influir en el rompimiento de las barreras que limitan las relaciones bilaterales entre los dominicanos y haitianos, motivó a Richadson Louius a salir del oeste de Haití para estudiar en República Dominicana.
Apenas tenía 16 años de edad cuando decidió salir de Gonaives, su tierra natal, donde residía junto a sus siete hermanos. Pero sus padres, que se desempeñaban como agricultor y costurera, lo motivaron estudiar.
“Mis padres son fieles creyentes en la educación y siempre nos motivaron a mí y a mis hermanos a intentar trascender a través de ella”, expresó Louius, quien es hoy agente diplomático de las Naciones Unidas en el país.
Instalación en el país
Cuando Louius llegó al país, el proceso de adaptación no le resultó tan difícil, gracias a la ayuda que recibió de familiares y amigos que ya tenían tiempo residiendo en Santo Domingo.
Aunque algunos de ellos se opusieron a que se matriculara como estudiante de Relaciones Internacionales y Diplomacia en la Universidad Católica de Santo Domingo, no solo lo logró, sino que se ha destacado en distintos puestos laborales, incluidos el de coordinador de idiomas de varios institutos, analista del Observatorio de Relaciones Dominico-haitianas, catedrático del Ministerio de Relaciones Exteriores y de varias universidades.
Hoy, a sus 31 años, está cumpliendo su sueños de ser diplomático, ya que se desempeña como funcionario del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
“Empecé sacando fotocopias, llegaron a decirme que ese trabajo no era para mí, por mi preparación, pero decidí hacerlo con esmero y el tiempo me dio buenos frutos”, apuntó.
Comunidad haitiana
Como Louius, según la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI-2017), en el país residen 847,979 haitianos nativos y descendientes, quienes han visto esta parte de la isla como una oportunidad para mejorar su condición social y económica. Estos representan el 8.3% del total de la población que habita el este de la isla.
Superando las barreras culturales, históricas e idiomáticas, hombres y mujeres, en su mayoría, entre los 15 y los 45 años, han cruzado el río Masacre para realizar cualquier tipo de actividad productiva que les permita sobrevivir en el país y enviarles recursos a sus familiares.
De ese grupo, un 33% trabaja en la agricultura y la ganadería, 26.3% en la construcción y 16.3% en el comercio. En otras áreas, como la hostelería, manufactura y la doméstica ocupan un 15% en conjunto.
Algunos se someten a duros trabajos con tal de lograr sus objetivos. Se dedican al comercio de artículos en las calles, trabajos de jardinería, y agentes de seguridad de empresas y edificaciones.
En el escenario internacional, la República Dominicana ha sido señalada en reiteradas ocasiones como un país que discrimina a los nacionales haitianos por racismo y xenofobia. Richadson Louius no lo considera así.
“Nunca he sido discriminado, este es un país de gente muy alegre y a mí me ha tocado conocer los mejores. Mi esposa, aunque haitiana, también es un regalo del país, ya que la conocí aquí”.
Pone como ejemplo el haber sido seleccionado a unanimidad para dirigir la asociación de estudiantes de su carrera. “Me escogieron dominicanos”, afirma.
Preferencia
Con el 87%, los haitianos son el principal grupo de la comunidad de extranjeros radicados en el país, que son unos 570,933, según la ENI 2017, sin incluir a sus descendientes.
Para ellos, este lado de la isla es su primera opción para emigrar, debido a la proximidad fronteriza y la facilidad para radicarse.
“Venir aquí no cuesta mucho, solo una visa de unos 200 dólares, y además es más fácil estudiar aquí que en Haití”, confesó Leandre Bazil, de 33 años de edad, quien ya es estudiante de término de medicina en la Universidad Tecnológica de Santiago.
El joven oriundo de Mont-Organisé, comunidad del noreste de Haití, lleva nueve años luchando en este territorio por hacerse profesional, una carrera que ha tenido que solventar laborando como vigilante nocturno y como entrenador deportivo para una de las cadenas de gimnasios destacadas de la ciudad.
“Mi rutina es algo difícil, pero estoy feliz de poder realizarla, porque sé que con paciencia lograré mis objetivos en este país que me abrió las puertas”, confiesa Bazil, quien aspira a convertirse en especialista de la ginecología.
Perfil
Nombre:Richadson Louius
Tiempo en el país: 13 años
Oficio
Diplomático, lingüista, educador.
ENTREVISTA
Proceso de aprendizaje
Richadson Louius se dedica a tiempo parcial a enseñar el creole, desarrolla un programa educativo que se imparte en en varias instituciones del Estado.
¿Qué perspectivas tienes sobre la enseñanza del creole en el país?
En los últimos años ha habido una mejor acogida del creole, muchas instituciones del sector público y privado están creando la oportunidad de la enseñanza, es un proceso lento, pero rendirá sus frutos.
¿Qué instituciones lo enseñan?
Varias, yo coordino el departamento de creole en el Instituto de Formación Gerencia y Liderazgo Americano (IFGLA) y ya hay una universidad que lo insertó en su currículum en la licenciatura en Lenguas Modernas, además de otras instituciones como el Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Cómo ayudaría a un dominicano aprender creole?
Creo que nos acercará más, sin que ningún país pierda su identidad.
Basado en tu experiencia, ¿cómo son los dominicanos en su trato social con los haitianos?
He cultivado relaciones muy sanas con dominicanos de distintos niveles sociales y he notado que cuanto más nos conocemos, más cambia la actitud. Los choques llegan por desconocimiento.
¿A qué atribuyes tu desarrollo profesional?
A los valores familiares, la disciplina, tener un plan de vida. El éxito es la suma de acciones pequeñas orientadas a un fin definido.
¿Qué le dirías a otros que al igual que tu han llegado sin nada?
Que estudien, se preparen, la educación lo puede todo, pero deben esforzarse.