Revolucionamos los métodos o, nos destruye la realidad

Revolucionamos los métodos o, nos destruye la realidad

Revolucionamos los métodos o, nos destruye la realidad

Rafael Ramírez Ferreira

 

Porque…” Después de los acontecimientos,

Hasta el necio es sabio”

 

La adversidad revela al genio;

La prosperidad lo oculta.

Horacio

A la vista de todos y ante la irresponsable por igual de todos. Es el “medalaganario” comportamiento de prácticamente toda la sociedad ante el incumplimiento de las leyes, justificado en la también inocultable irresponsabilidad de las autoridades, producto de un ya familiar y antiguo desprecio político por el mantenimiento de la institucionalidad dentro del Estado, donde quizás o sin quizás, solamente los organismos encargados de meterle la mano en los bolsillos de los ciudadanos, hacen más que bien su trabajo, principalmente, los encargados de la engañosa manipulación del precio de los combustibles.

Esto trae muchas aristas por donde aferrarnos, tanto para justificar este desprecio por el cumplimiento de las leyes, como las medidas a tomar para ponerle freno de una y por siempre a esta situación de inseguridad. Ya paso el tiempo de si son o no reales o falsas percepciones. Llego el momento de tomar decisiones, quizás no tanto comenzar por los más pendejos, sino, iniciar desde arriba.

Como los funcionarios y sus franqueadores, alegando su prisa para no malgastar su tiempo en el congestionado tránsito, tal y como lo hacen los demás ciudadanos, que se sacrifican y salen a tiempo para llegar a sus labores o reuniones.   Pero, los funcionarios se comportan como si estuviéramos en guerra y el Presidente los convocara a cada momento para improvisadas reuniones. Por ahí se podría comenzar.

Después podríamos dirigir la vista hacia los organismos del Estado llamados a ejercer el monopolio de la violencia y, si el entrenamiento que reciben es apropiado para estos tiempos y estas nuevas amenazas. ¿Quién entrena los miembros de la Autoridad Metropolitana de Transporte “Amet”?

¿Serán los mismos que en otros tiempos eran de los famosos “tráficos”? ¿Por qué utilizan todo el personal de tal a tal hora y el resto del tiempo no aparece uno solo y las calles se convierten en una jungla de animales, en un área libre para burlar todas las leyes? ¿Por qué la Policía Nacional trata a todos los ciudadanos, que por una u otra razón interaccionan en determinadas circunstancias con ellos como si fueran maleantes? ¿Quiénes están entrenando los policías?

¿Los mismos que durante décadas han estado haciendo lo mismo, principalmente con los alistados? ¿Cuántos policías que patrullan conocen o manejan el concepto del “Perfil delictivo” o “sospechoso”? ¿Se pretende tener éxito utilizando los viejos métodos ante las nuevas y cada día rejuvenecidas amenazas? ¿Continuaran dispersando la fuerza en Puestos y Destacamentos para complacer caprichos de políticos y funcionarios?

¿Y, en las Fuerzas Armadas qué? Al parecer, es verdad que “la costumbre es más fuerte que el amor”. Parecen tenerle miedo a Trujillo para cambiar las estructuras orgánicas creadas por el “Jefe”, para hacerle frente a unas amenazas que murieron con él.

O, será acaso que mientras más se detienen a mirar la situación, ¿más se desdibuja la realidad?, ya que esta puede ser sencilla de admitir, y que aceptar la simplicidad para adecuar la fuerza a las nuevas amenazas, ¿puede constituirse en algo mucho más difícil?

¿O, será quizás que necesitamos funcionarios-políticos que puedan ver a través de las nubes que están produciendo estas crisis de seguridad y de confianza, en todos los ámbitos y, que no se conformen con lo mediático o la rutina de una oficina sin tener contacto con la terrible realidad del cómo estamos viviendo? ¡Esto hay que continuarlo! ¡Si señor!



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