Revolución digital vs. empleo

Revolución digital vs. empleo

Revolución digital vs. empleo

Una de las tantas transformaciones que está produciendo la revolución tecnológica en la vida moderna es su impacto en el mercado laboral.

La digitalización del mundo está creando una especie de cataclismo en los procesos productivos, con la inserción de la inteligencia artificial en las actividades económicas y sociales. Asistimos a otra revolución industrial que está provocando la desaparición de centenares de oficios y la aparición de otros con la robotización en los procesos industriales y en la economía compartida.

El impacto en el trabajo manual e intelectual que ha supuesto la tecnología en el bienestar de la población mundial, por ejemplo, en materia de soluciones al transporte a futuro (carros de autoconducción, sensores inteligentes en el tránsito, análisis predictivos de accidentes de tráfico, éxitos de Uber, que genera 400, 000 empleos en Europa), soluciones médicas, a través de telediagnóstico y el teletrabajo, que ahorra tiempo al empleado, energía eléctrica al empleador y descongestiona el tránsito, entre otras.

Ciudades y edificios inteligentes, las sociedades del presente asisten a nuevos paradigmas del cibercomercio, en un ecosistema caracterizado por la transformación vertiginosa de los oficios, las profesiones, las leyes del mercado y el transporte.

De modo pues, que millones de empleos generará la transformación digital del mundo industrial, por lo que los gobiernos y los Estados están en el deber y la necesidad de acelerar sus procesos informáticos, permitiendo la accesibilidad, la conectividad, la inclusión social y la ampliación de la brecha digital, a través de la infoalfabetización.

Y por otro lado, también se están perdiendo manos de obra, y este fenómeno está provocando un problema social, que multiplica el desempleo, como sucede con Europa y USA. De ahí que cada desarrollo trae consigo su antidesarrollo, y crea una especie de adaptación natural y recomposición de las leyes sociales de convivencia.

Para lograr la eficiencia en los servicios públicos y el crecimiento de las economías, los Estados están abocados a generar procesos y proyectos inscritos en sus políticas sociales, que estimulen la productividad y la innovación para ponerse a tono con el ecosistema de la economía global.

Ante el auge de las nuevas tecnologías digitales, el trabajo del futuro tendrá que reformularse y rediseñarse, frente a las trasformaciones de los espacios y las demandas materiales de la población económicamente activa.

La tasa de paro de los países desarrollados y en vías de desarrollo representa un problema esencial para el presente y el futuro de las economías y el progreso social de las personas.

Si bien es cierto que los avances tecnológicos mejoran la calidad de vida de la población, en materia de rentabilidad y productividad, también no es menos cierto que transforma su mentalidad, su conciencia y su psicología. Así pues, el trabajo como fuente de progreso y bienestar material, ha experimentado una nueva revolución con la robotización de los procesos de producción industrial, en tanto base económica de la sociedad, que genera una gran transformación en las fuerzas productivas e impacta en las relaciones de producción, entre el trabajador y la materia.

En síntesis, la problemática del desempleo representa la esencia del debate de todos los actores sociales y los líderes políticos del mundo.

La disyuntiva del presente descansa sobre la incertidumbre que causaría la robotización de la cadena industrial, como el maquinismo lo fue durante la revolución industrial del siglo XIX, y la resistencia a los avances tecnológicos que se ha convertido en la nueva religión de la generación X, seducida por la fascinación lúdica del mundo digital e informático. A los problemas migratorios se le suma, ahora, el fenómeno del desempleo que estalla indetenible.



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