La juventud dominicana, desde hace décadas, ha librado importantes luchas políticas, sociales, ecológicas.
La lucha por la caída de la dictadura de Trujillo y la lucha contra los remanentes de dicha dictadura precipitaron el quehacer político a nuestra juventud con una alta cuota de sacrificios humanos. Así también fue durante el régimen de fuerza y autoridad de Joaquín Balaguer.
Más adelante fue notoria la lucha de parte de nuestra juventud en el plano ecológico, contra la instalación de una cementera en la zona boscosa de “Los Haitises”; también en la lucha por el 4% para la educación pública pre- universitaria (La lucha de la sombrilla amarilla); en las jornadas contra la Sentencia 168-13 que despojaba de la nacionalidad dominicana a centenares de ciudadanos de ascendencia haitiana nacidos en la República Dominicana; además, en la lucha por la preservación de Loma Miranda y más luego en las “marchas verdes”, contra la suspensión por la Junta Central Electoral (JCE) del proceso electoral nacional y las jornadas en la “Plaza de la Bandera”.
Hoy estamos ante una nueva situación que constituye serios retos para el recién designado ministro de la Juventud y su equipo, joven capaz y sociólogo Rafael Féliz. Entre los muchos que se le plantean a él y a su equipo se destaca el demandar el derecho de una educación de calidad para todos.
El propio ministro ha hecho referencia en presentaciones públicas del terrible mal que constituye la existencia en nuestro país de más de 700 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan (ni-ni). Relacionado a los ni-ni se hace indispensable el fomento del empleo para hombres y mujeres jóvenes.
Constituye otro importante desafío para el nuevo Ministerio de la Juventud diligenciar condiciones de trabajo para los jóvenes, y que esto impida su inútil emigraciones a las ciudades. Un reto que en la actualidad se le impone al Ministerio de la Juventud es enfrentar las condiciones de desigualdad y de injusticia de los que son víctima nuestra sociedad y nuestra juventud.
La seguridad, la cultura y el deporte deberán ser tareas para yugular la droga en los barrios y para cortar con la cultura alienante en nuestras barriadas. Esto supone la lucha contra la anti-política, la defensa del patrimonio nacional y la protección del medio ambiente.
Aunque lo planteado aquí no ha sido cumplido por parte de varios gobiernos, y reconocemos las limitaciones de un ministerio dentro de la estructura gubernamental, nos atrevemos a pedir a Rafael que actúe con el brío y la convicción con que lo hizo en las “Marcha Verde”.