La primavera, época que poetas y filósofos definen como de gran ilusión y esperanzas, se ha presentado este año en el país llena de desafíos. Apenas estamos viendo cómo saldremos de este largo invierno gris de la pandemia que tantas tristezas y lamentos ha traído consigo.
El primer desafío es la salud y los procesos de vacunación. Sin vacunaciones masivas ni nuestro país ni el resto del mundo podrá vencer el virus mortal que ha consumido los últimos 12 meses. Recién llegaron un millón de vacunas adicionales, pero aún nos faltan 10-12 millones adicionales, para con ello cubrir la mayoría de la población adulta.
Y todo esto en medio del pleito entre los países desarrollados para hacerse de la producción.
Afortunadamente, y por las buenas gestiones gubernamentales, hemos conseguido nuestros lotes iniciales, pero hay que seguir el esfuerzo.
El empleo ha quedado muy golpeado. Más de 280 mil trabajadores formales que tenían empleo hoy están desocupados y una cantidad mayor del sector informal. Solo tenemos el turismo como gran sector capaz de absorber una parte importante de los desocupados, que con suerte sería entre un 15 y 20% del total.
Además, los programas Fase se van agotando y hay que reorientar, depurar y eficientizar las demás ayudas para que no sigan creando castas sociales de dependientes de ayudas oficiales.
En todo este escenario la inflación asoma su cabeza. Las principales razones para los aumentos de precios recientes y que se vaticinan aún están por llegar, se deben a razones ajenas a nuestra economía y más bien a una cantidad de coyunturas internacionales.
A esto súmale la meta gubernamental de controlar el crecido déficit en las finanzas publicas para que este año no exceda el 3.9 % del PIB, y se completa un cuadro buen complejo.
Hacemos votos para que los desafíos de esta primavera sean superados exitosamente y que antes de que finalice el presente año nuestra nación vuelva a retomar el rumbo del crecimiento y la mejor distribución del bienestar posible.