El mundo del boxeo tendrá mañana la oportunidad de conocer si en realidad el filipino Manny Pacquiao, a sus 40 años, está en capacidad de vencer a un rival, Keith Thurman, 10 años menos y con hambre de demostrar que no es la eterna esperanza que muchos han cifrado en él.
Es un combate interesante, dado que Pacquiao se podría colocar, con la victoria, en un lugar más que cimero en la historia del boxeo.
En sus dos recientes combates demostró que todavía le queda velocidad y un cúmulo de experiencia que serán un factor básico en la pelea.
Para la mayoría de los expertos, es un enfrentamiento donde cualquiera puede alcanzar la victoria.
Thurman no es un “flaicito” al catcher, tiene poder y juventud, dos elementos claves tras la consecución del triunfo.
Ambos han vaticinado desde hace meses, que están en capacidad de vencer por la vía rápida, pero se hace difícil creer que Pacquiao no ha tomado todas las previsiones para evitarlo.
Tampoco se prevé que el filipino se lo lleve por nocaut, dado que en sus últimas confrontaciones no ha exhibido una pegada fuerte como para llevarse a Thurman por esa vía.
Será una pelea interesante de principio a fin, pondrá a los fanáticos en el filo de sus asientos.
Para la mayoría, Pacquiao, dado su excelente historial, ocho títulos en diferentes divisiones, concita la simpatía de las mayorías, pero no se puede descuidar ni un instante, porque su rival le ha venido advirtiendo que lo retirará por medio de un nocaut fulminante.
De perder, podría, casi seguro, ser la última pelea del filipino, aunque ha reiterado que no se retiraría. Si no se define por la vía del sueño, cuyas probabilidades son de un 50%, Pacquiao será el ganador en las tarjetas de los jueces.