“Mira lo que me obligaste a hacer”, es una de las frases utilizadas para justificar conductas violentas que evidencian una reacción emocional fuerte que bien puede ser culpa.
¿Qué tan cierto es que otros pueden halar el gatillo de nuestras actuaciones? Los gatillos o desencadenantes son unidades internas o externas que se alinean de alguna manera con nuestros traumas previos.
Son disparadores que nos llevan a volver a experimentar dolor, confusión y compulsiones para protegernos; acompañan los recuerdos traumáticos conscientes o parcialmente inconscientes.
Los disparadores son individuales y únicos para cada persona; las posibles formas de desencadenarlos son casi infinitas. Los pensamientos crean emociones, pero estas también pueden crear pensamientos. Cada uno de nosotros tiene emociones debajo de la superficie esperando que algo las active o estimule.
Cada uno tiene derecho a su opinión, a expresarse e incluso a pedirle a otros que hagan algo diferente. Sin embargo, las otras personas no son responsables de la activación o autodisparo interno de nuestras emociones y actos. Los otros no están obligados a cambiar.
Cuando te dispares y quieras criticar, golpear o gritarle a otra persona, pregúntate cuál es tu intención, qué quieres lograr con eso y quién tiene el poder sobre ti. Cada individuo debe aceptar que es responsable de reaccionar o controlar sus emociones, así como las acciones que le provocan y dispara sin culpar a otros.
Aprender a gestionar sabiamente las experiencias es parte del aprendizaje para el cual nunca seremos demasiado viejos, y que pueden ayudarnos a cambiar el ritmo, velocidad y calidad de nuestras vidas. Nunca es tarde para buscar la ayuda que necesitas.