No tengo el gusto de haber intercambiado palabras personalmente con el destacado periodista Marino Zapete. Pero mi esposa y yo somos, desde hace años, asiduos seguidores del programa “El Jarabe de Zapete” el cual produce diariamente.
A lo largo de ese período nos hemos creado la firme opinión de que dicho comunicadorse centra en la realización de comentarios caracterizados por la objetividad, al tiempo que se hace acompañar de un estilo periodístico directo, que llama a las cosas por su nombre, que pone nombre y apellidos, que es valiente, responsable y biendocumentado.
Entiendo que en el pasado no tan lejano, al dominicano que alguien lo llamaba ladrón o corrupto, era capaz de llamar a “matarse” al otro o a someterlo a la justicia; pero resulta que hoy, quizás a tono con los cambios de valores, a muchos de los que se les llaman corruptos no reaccionan, porque para ellos “nada es nada” o porque batir el tema o la acusación en instancias públicas puede “airear” situaciones indeseadas.
En esto estriba la no reacción de muchos ante las abiertas evidencias que con frecuencia y arrojo haceZapete.
Una de las figuras públicas más abordadas en los últimos tiempos por Marino Zapete ha sido el Procurador General de la República , Jean Alain Rodríguez, quien alrededor del caso Odebrecht, Punta Catalina, la magistrada Miriam Germán y el intento de asesinato al ex grandes ligas, David Ortiz, ha desempeñado un papel poco menos que deprimente. Sobre la postura del procurador en todos estos casos Zapete ha abundado; pero la gota que rebozó la copa fue la denuncia a través de “El Jarabe” de los contratos de obras públicas por $1,800 millones suscritos porMaybeth V. Rodríguez Sánchez, hermana de Jean Alain.
A continuación de esta denuncia se produjo la “salida” del programa de Zapete del canal Radio Teleamérica, lo cual deja ver que el propietario de dicha planta televisora fue objeto de una presión a la que cedió, faltándole la gallardía que era dable esperar de parte del propietario de una alta empresa mediática.
Es repudiable el procedimiento oficial de ejercer presión a los fines de conculcar el sagrado derecho a ejercer libremente su función a éste o cualquier profesional de la comunicación. Somos del parecer que si se entendió que Marino Zapete incurrió, con su denuncia, en un acto de violación a los derechos de un tercero, entonces el caso debió llevarse a los tribunales.
Entendemos, finalmente,que todas las personas que estimamos fundamental el respeto y la defensa de los derechos humanos, y particularmente del sagrado derecho a la libertad de expresión, debemos manifestar nuestra solidaridad con Zapete, demandar la restitución de “El Jarabe” y pedir al Colegio de Periodistas una intervención militante en su favor. Defendamos a uña y diente los derechos humanos y sociales.