Pocos países en el mundo han avanzado tanto en tan poco tiempo.
Mientras la devastadora guerra de los 1950s dejó a la República de Corea a niveles inferiores a los nuestros, hoy es el 9no. país exportador del mundo, ocupando posiciones de liderazgo en desarrollo humano, calidad educativa e innovación.
El puerto de Busan es el centro logístico del Asia oriental. Domina además las tecnologías de la era digital.
Estos logros no evitaron la desaceleración de sus tasas de crecimiento. Mientras que en los 1990s el PIB coreano crecía al 6.9% promedio anual, en los 2000s bajó al 4.4% y en los 2010s al 2.9%, al tiempo que crecía la brecha salarial entre grupos de ingreso.
El Covid-19 precipitó la reorientación de la economía hacia la inclusión y la creatividad de la gente, para resistir mejor futuros choques.
El nuevo pacto digital coreano —con US$53 mil millones en inversiones públicas de aquí al 2025 para generar más de 900 mil empleos— fortalecerá la integración de los datos, las redes y la inteligencia artificial al resto de la economía.
Se digitalizará, además, todo el sistema educativo, cuya calidad fue esencial para el rápido desarrollo económico coreano.
Se integrará también a las MIPyMES a las redes, de forma tal que todas sus actividades estén en línea, facilitando incluso el trabajo remoto de sus empleados.
Se digitalizará, por último, todo el capital social, facilitando la gestión de los espacios urbanos, el manejo inteligente de las redes de transporte y de los sistemas de distribución.
Con el nuevo pacto verde —aportando US$67 mil millones en inversiones públicas y creando 659 mil empleos en cinco años— se darán respuestas al cambio climático, a las necesidades de infraestructuras verdes, de energía renovable y de industrias verdes.
Con ello se espera lograr un país en el que la gente, la naturaleza y el crecimiento económico se encuentren en armonía.
Con inversiones verdes los espacios públicos urbanos serán neutros en el uso de la energía, remodelando viviendas públicas, centros culturales, escuelas públicas y estancias infantiles para la eficiencia energética.
Se introducirán vehículos eléctricos —más de un millón— y de hidrógeno —más de 200 mil— construyendo puntos de recarga y de distribución.
Con redes de transmisión inteligentes se fortalecerá la conservación energética. También se incrementará el aporte de energía eólica, hidroeléctrica y solar.
Para apoyar la innovación industrial verde, se construirán 100 fábricas inteligentes que minimicen la polución reutilizando el calor y los desechos industriales, alimentadas sólo de energías renovables.
La nueva línea del desarrollo industrial será la economía circular.
Estos pactos se complementarán con redes de protección social fortalecidas para incrementar la resiliencia frente a la incertidumbre económica, expandiendo tanto el seguro de desempleo como los beneficios para un segmento mayor de la población.
No debería ser difícil seguir la vía coreana hacia la resiliencia económica.
Ojalá y así poder lograrlo durante mi gestión como embajador ante este país, articulando una ambiciosa agenda de cooperación bilateral coherente con nuestras propias prioridades políticas.