Resiliencia criolla

Resiliencia criolla

Resiliencia criolla

Frederich E. Bergés

Vale aprovechar estos próximos días de asueto y reflexión para ponderar la resiliencia del dominicano. Esto, recordando que la resiliencia es la capacidad de reponerse de las adversidades, algo así como convertir algo negativo en positivo.

Una actitud que admiramos por esa habilidad que tenemos de reponernos y superar las circunstancias.

Hay muchos ejemplos, comenzando por la pandemia que ya cumplió su primer año. La cantidad de personas que han mostrado su capacidad de reinventarse, sean los de restaurante que entendieron ráudamente la demanda del llamado “delivery”, los empleados de oficina que de la manera más eficiente se adaptaron al trabajo desde la casa, o el motoconchista, que se convirtió en agente de entregas a domicilio.

Algo similar ha sucedido con el desempleo. En un momento el año pasado las filas de desocupados alcanzaron tres cuartos de un millón, habiéndose hoy regresado a las dos terceras partes.

Esto ha sido posible con ayudas publicas dispuestas por el gobierno, pero también por una decidida actitud empresarial que no vaciló frente a los riesgos para tomar las disposiciones necesarias y volver a abrir sus puertas.

A pesar de este año de virus, encierros y pérdida de vidas valiosas, el dominicano tampoco pierde la fe en sus procesos democráticos y los resultados que nos arroja.

Basta ver funcionarios inflando nóminas para provecho de los suyos y no de la nación, o la politización constante de las instituciones públicas, y sin embargo ahí seguimos, confiados y dispuestos a continuar acudiendo a las urnas a pesar de tantos desencantos.

Como bien dijo el papa Francisco en una de sus homilías con motivo de la Semana Santa: “El amor del Señor es más grande que todas nuestras contradicciones, que todas nuestras fragilidades y que todas nuestras pequeñeces.

Pero es precisamente a través de nuestras contradicciones, fragilidades y pequeñeces como Él quiere escribir esta historia de amor. Porque la verdadera caída –atención a esto– la verdadera caída, la que es capaz de arruinarnos la vida, es la de permanecer en el piso y no dejarse ayudar”.

 



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