Los negocios en los alrededores del río Fula permanecían ayer cerrados, tras el balneario ser clausurado el pasado miércoles. josé de león
Santo Domingo.-Con solo el sonido de las aguas que corren sobre el llamado río Jayaco, que es conocido popularmente por los bañistas como Fula, la tranquilidad reinaba en esta comunidad de Bonao, donde el cierre del lugar preocupa a sus residentes.
Y es que la mayoría de estos se sostienen del empleo que generan los diferentes establecimientos ubicados en las márgenes del referido río, el cual fue clausurado tras la muerte de cinco personas la noche del pasado martes cuando fueron arrastrados por la corriente.
Las sillas y mesas recogidas, la leña guardada, algunas gallinas enjauladas, los negocios con sus puertas cerradas y algunos empleados sacando productos de sus puestos, era el panorama que se podía observar al recorrer la ribera del río, donde regularmente la música, la alegría y la gente es lo que impera en el área, sin importar el día de la semana.
Desde entonces los comunitarios, quienes lamentan la situación, han visto cómo sus ingresos han disminuido por el cierre de los comercios y otras actividades que brindan a estos el sustento para sus familias.
Tal es el caso de Pablo López Rodríguez, quien trabaja en un área de parqueo frente a uno de los balnearios de Fula, en los cuales pagan 100 pesos por cada vehículo.
López y otros residentes de Fula que se desempeñan como vendedores, cocineros y meseros, explicaron a reporteros de EL DÍA, que normalmente avisan a los bañistas para que salgan del río si está lloviendo en la montaña, sin embargo, aclararon que muchos visitantes no hacen caso de las advertencias.
Piden intervención
Por esta razón, entienden que es necesaria la intervención de las autoridades, para que los visitantes atiendan a las alertas que se les da.
“Las personas no acataron cuando se les dijo y ocurrió una tragedia que nadie quería que pasara, entonces estamos sufriendo todos”, comentó Ramón Vásquez, propietario del colmado Peña, al explicar que las ventas han bajado.
Dijo que en los seis días que lleva clausurado el balneario vende hasta 80 % menos que cuando van visitantes, que suele hacer hasta 10 mil pesos.
A esto se suma que algunos habitantes no tienen dinero para comprar porque no están laborando, por lo que algunos productos del negocio se le pueden dañar.
“El 90 % de la gente de aquí vive del río Fula, y entonces si ellos no trabajan y ganan, pues no vienen a comprarme una sopita, ni nada”, enfatizó.
José Bueno Pérez lleva ya 15 años como cocinero y observaba a lo lejos el río manifestando que si la crecida hubiera ocurrido el lunes feriado, iba a haber más víctimas que lamentar. La tregedia, con cinco víctimas, ocurrió el martes.
Asimismo, un joven que se dedica a la venta de maíz dijo que tiene una semana sin trabajar por lo que no puede ayudar a su familia con los gastos.