La utopía de una sociedad mejor donde todos podamos vivir felices y en armonía debe ser aspiración de todo ser humano, especialmente de los que quieren o detentan el poder.
Las utopías del Renacimiento de Tomás Moro y Tomás Campanella, Utopía y la Ciudad de Sol, arrojan luz a esos sueños de un mundo ideal sustentado en la igualdad y el comunitarismo, la democracia radical, la educación, el desapego de lo material y el trabajo de la tierra.
Igualdad y el comunitarismo:
La igualdad y el comunitarismo que proponen las utopías de Moro y Campanella excluyen la propiedad privada. La ausencia de diferencias sociales y clases permiten exaltar al ser humano por su valor intrínseco y su dignidad.
Democracia radical:
La utopía es una apuesta por una democracia radical donde los individuos construyen en el día vida y su destino. En Moro esa democracia se expresa en asociaciones de familias que eligen a un líder sifogrante que vela por el bien de la comunidad y el trabajo pero sólo por un año. En la democracia radical del utopismo el intento de totalitarismo se paga con la muerte.
El gobierno es servicio comunitario no la perpetuación del egoísmo humano.
Educación lúdica y vocacional:
En las utopías que estamos analizando la educación es expresión vocacional. En Moro, la educación parte del incentivo de las inclinaciones y aptitudes no de la imposición o el adoctrinamiento. En Campanella, la educación tiene que ser lúdica y el aprendizaje se vincula al placer y a la estimulación visual siendo los murales y expresiones artísticas la mejor forma de educar y aprender
El desapego de lo material y la inutilidad de las cosas:
En una sociedad como la actual que se cimenta en el valor del oro, las utopías del Renacimiento ofrecen una lección que aprender al promover el desapego a lo material y la inutilidad de las cosas. En la Utopía de Moro, el oro es despreciable, no vale nada.
Lo mismo las piedras preciosas que sólo se usan como juego de niños, para marcar animales o esposar esclavos. La burla de las utopías frente a las riquezas nos recuerda que lo realmente vale es la persona, no sus posesiones.
El trabajo de la tierra:
Para Campanella la agricultura es un arte noble y para Moro es una obligación de cada persona y familia el cultivar el campo. Cuidar la tierra y beneficiarnos de ella sin dañarla es el gran desafío de nuestra sociedad de hoy que explota el medio ambiente poniendo en peligro la vida de todo el planeta.