Mayra de Peña
Isaías 33 en la Biblia dice » Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón se ha vuelto como desierto, y Basán y el Carmelo fueron sacudidos. Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá. Y los pueblos serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego. El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; éste habitará en las alturas.
Quisiera iniciar mi reflexión diciendo que en mi República Dominicana todo anda mejor, pero no es así, siento como si esta hermosa tierra bendecida por Dios ya no quisiera dar más de sí. Ella gime a una para que el pecado cese, pero la falta de sabiduría y el darle la espalda a Dios está dando sus frutos.
Ver la muerte del Ex Rector de mi amada y recordada Universidad autónoma de Santo Domingo, Mateo Aquino Febrillet de una forma vil y cobarde, entristece mi corazón y la de todos los dominicanos de buena voluntad, la vida vale lo que la ira de los desaprensivos y cobardes consideran y no es más que el reflejo de lo que nos acontece como sociedad.
El comportamiento del hombre es el reflejo de su corazón, si este último esta mutilado, nada sano puede producir. Estamos como caballo desbocado en medio de un laberinto y es que cuando los valores dejan de ser importantes y la dirección de Dios no es tomada en cuenta, el resultado es destrucción, violencia y muerte espiritual y el valor de la vida vale menos que un pensamiento.
En los versículos que anteceden Dios emite juicio y da esperanza, pero no podemos recibir su Palabra sino lo creemos a Dios. Necesitamos no desmayar en la oración por nuestro país y predicar las Buenas Nuevas de Salvación y es que cuando las circunstancias son adversas el no creyente se paraliza, pero el creyente que le cree a Dios clama a él con la certeza de que es nuestro alto refugio.
Aún bajo nuestras circunstancias los hijos de Dios no estamos llamados a vivir en frustración. Sin importar cuán triste sea nuestro escenario, oremos con fe y humildad de corazón, creyéndole al Señor. Reclamemos a República Dominicana para Dios, tal y como está escrito en nuestro escudo, El nos escuchará y actuará en consecuencia.
No le dejemos nuestro país al enemigo de las vidas y padre de mentira que está sembrando todo tipo de males y pecado, traducido en vicios, violencias, trastorno de lo que es contra la naturaleza del hombre creado por Dios, avaricia desmedida de poder, lascivia, falta de valores en las familias, entre otros muchos males.
Empecemos a clamar al Todopoderoso sin desmayo por nuestro país, actuemos haciendo la diferencia, sembrando amor, respeto por el prójimo, valores en nuestras familias. No dejemos que otros enseñen a nuestros hijos, es nuestra responsabilidad, démosle ejemplos, volvamos a los fundamentos y venceremos, República Dominicana le pertenece a Dios.
