República de la solidaridad

República de la solidaridad

República de la solidaridad

El tráfico en República Dominicana es sinónimo de caos total, especialmente en la ciudad de Santo Domingo, donde de lunes a viernes circulan alrededor de un millón de vehículos.

Este caos se organiza por horarios y cada vez son más extendidos. Es el resultado de muchos factores. Algunos son: la ausencia de un sistema de transporte público eficiente, las altas temperaturas propias del Caribe, la poca educación ciudadana y la falta de seguridad, entre otros que obligan a que gran parte de los dominicanos deba tener un carro.

Gracias a este caos total, presencié un acontecimiento digno de «Snapchat». Una de las guaguas públicas (bus) se detuvo abruptamente y se desmontaron cuatro hombres muy apresurados a empujar el vehículo de otro señor que se había quedado averiado por problemas con la batería.

Ninguno de los actores en este episodio se conocían, pero eso no fue óbice para que los cuatro hombres acudieran al rescate del ciudadano que estaba «quedado».

Un año fuera de mi isla y por aquellos lados del Sur nunca vi un gesto de solidaridad de esta índole. Me dejó mucho para pensar en mi caótica trayectoria de un lunes en la mañana. ¿Quién, en estos tiempos de violencia y pocos valores, hace algo desinteresadamente por otro en medio de un «taponazo» y con cosas que hacer? Tal vez solo un extraterrestre conocido como: «dominicano».

Somos un pueblo donde aún existen valores como la solidaridad, donde hay gente buena de corazón. Cuando ponemos en una balanza los problemas sociales que aún enfrentamos como país y los recursos que tenemos para solucionarlos, vemos que contamos con lo necesario para mejorar.

La solidaridad de un «dominicano» se podría contextualizar de la siguiente manera: Se te cae algo de la mano, seguro aparece alguien al socorro; tienes un accidente, es muy probable que varias personas vayan al socorro; Se te daña una goma del carro, siempre hay alguien con una herramienta para ayudarte; te faltan 5 pesos para pagar la cuenta del súper mercado, y es probable que alguien que te lo preste.

República Dominicana funciona como una pequeña metrópolis con muchos «superhéroes», que disfrutan ayudar a los demás, que son incapaces de ver que alguien necesita ayuda y no ir al rescate. Claro, cada regla tiene su excepción, pero la gran mayoría de «dominicanos» dan la cara por esa minoría que no tiene a la solidaridad latente en su corazón.

Sin lugar a dudas, vivimos en la República de la solidaridad.