La renovación tiene su origen en el concepto latino renovatio cuya definición se vincula a la “acción y efecto de renovar”.
Renovarse implica despojarse de lo viejo, convertirse en una persona nueva, dejando aflorar un ser que es la imagen de Cristo Resucitado.
Es en el encuentro de Jesús con Nicodemo descrito en el Evangelio de Juan 2:23, donde se profundizan las características de la renovación como valor espiritual que los cristianos estamos llamados a vivir:
La renovación es fruto del encuentro con Jesús:
Nicodemo tuvo la iniciativa de buscar a Jesús, incluso de noche, porque necesitaba una renovación que esperaba encontrar en la grandeza de Cristo, de ahí su motivación de acercarse a Él: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”.
Nacer de nuevo, por la acción del Espíritu Santo:
El diálogo entre Jesús y Nicodemo se enfoca en la condicionalidad de la renovación espiritual como requisito para poder ser parte de su Reino.
Quien obra la renovación es el Espíritu Santo que es quien libera al hombre de lo viejo para convertirlo en un ser nuevo: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
La renovación se sostiene en la fe:
La fe en Jesús sustenta y sostiene la renovación espiritual. Su presencia en nuestras vidas nos renueva cada día para dar testimonio en palabras y en nuevas actitudes y prácticas que reflejen una conversión profunda que implica despojarnos de las obras de la carne.
Renovarnos en el Espíritu de Dios es vivir a imagen de Cristo, comprometidos con la familia, la iglesia y la comunidad, asumir la cruz como camino de purificación y expresar la alegría, la confianza, la fe, la compasión y la misericordia de los hijos de Dios.