Renovación
El PLD, tras 16 años mandando, tiene de qué enorgullecerse y también de qué avergonzarse. El país entregado al PRM en 2020 es muy distinto al de 2004 tras gobernar el PRD. En 1996, convencido del deber de atajar a Peña Gómez, Balaguer hizo presidente al jovencito Leonel; por 26 años ha gozado muchísimo y gobernado muy bien tres veces.
El boschismo, dividido entre PLD y FUPU, puja por volver al poder. Empero, esa oposición fragmentada pretende enfrentar a Abinader en 2024 con más del pasado. La FUPU y el PLD ofrecen poco más que atolondradas críticas al gobierno, que sorprendentemente ha toreado con bastante éxito la pandemia, la guerra, evitado el desabastecimiento y combatido la inflación importada.
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El PRM concita un inédito respeto del que carecía por tener dirigentes jóvenes, casi todos inexpertos. Por más que quieran volver, los rabilargos boschistas seguirán abajo si no se renuevan, reúnen y sueltan lastre. Pese a defectos y yerros, Luis podría sacarles la milla, venciendo a desleales quintacolumnistas y los veteranos feroces opositores.
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