Un país donde un depravado comentarista con enorme popularidad, pese a cuán soez y disparatado es, proclama como grito de batalla que “lo suyo se lo lleven en efectivo”, ¿puede asombrarse de figurar como el tercero de América Latina donde más se soborna?
Una nación en la que sus grupos políticos manifiestan su “esprit de corps” defendiendo a rajatablas a dirigentes señalados como corruptos, en vez de exigirles rendir cuentas para salvar el honor del partido, ¿puede asombrarse de figurar como el tercero de América Latina donde más se soborna?
Una república donde ser político es una profesión a tiempo completo para toda la vida, más “rentable” que cualquier negocio legítimo, en vez de ocasional servicio público por ciudadanos ejemplares, ¿puede asombrarse de figurar como el tercero de América Latina donde más se soborna?
Una sociedad cuyas empresas privadas desconfían de sus propios gerentes de compras, ¿puede asombrarse de figurar como el tercero de América Latina donde más se soborna? Raro es que otros dos países nos superen. ¡Cuánta vergonzosa impunidad!