Regularización

La necesidad de regularizarlos es la piedra de la discordia en el debate nacional sobre los trabajadores extranjeros que entran y permanecen aquí ilegalmente.
Que son mayormente o casi todos haitianos dificulta la discusión sin el ruido emocional y a veces irracional de extremistas patrioteros que se oponen a cualquier solución legal y sensata, ante la inocultable necesidad de contar con esos obreros agrícolas, de la construcción y del turismo.
Debe aplaudirse que el Gobierno lleve a cabo el otorgamiento de permisos transitorios para braceros agropecuarios, comenzando con los exportadores de guineos cuyos negocios han mermado por falta de trabajadores.
Límber Cruz, ministro de Agricultura, anunció que ya han expedido quince mil carnés con sus datos biométricos y un código QR que informa sus pormenores, incluyendo dónde y para qué se permite su presencia temporal en el país.
Los favorecidos son haitianos ya conocidos que llevan tiempo cumpliendo diariamente con su trabajo y que tuvieron anteriormente sus documentos en orden, a quienes se les otorga un plazo para que obtengan o renueven sus cédulas, pasaportes o actas en Haití.
La regularización es la única manera de conocer cabalmente cuáles son los inmigrantes ilegales que deben ser deportados de vuelta a su país. Oponerse a ello sin ofrecer alguna alternativa viable es simplemente una necedad politiquera.