Buenos Aires.-Venezuela, Ecuador y Bolivia anunciaron ayer el retiro de sus embajadores en protesta por la destitución de Dilma Rousseff de la presidencia de Brasil, lo que generó reacciones dispares entre los países de América Latina.
De sintonía ideológica con la ahora exmandataria, los gobiernos Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales calificaron la salida de Rousseff de “golpe de Estado”.
En contraste, el presidente de Argentina, el conservador Mauricio Macri, manifestó que respeta la decisión del Senado brasileño y reconoció la legitimidad del gobierno de Michel Temer.
“Destituyeron a Dilma. Una apología al abuso y la traición. Retiraremos nuestro encargado de la embajada”, escribió Correa en su cuenta de Twitter poco después de que el Senado brasileño destituyera de Rousseff por 61 votos contra 20.
El mandatario ecuatoriano, quien se encuadra dentro de la corriente de gobiernos de centroizquierda de la región, advirtió que “jamás cohonestaremos estas prácticas que nos recuerdan las horas más obscuras de nuestra América.
Toda nuestra solidaridad con la compañera Dilma”. Venezuela fue un paso más allá y además de retirar a su embajador también resolvió “congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario” en referencia a Temer.
“Se ha ejecutado una traición histórica contra el pueblo de Brasil y un atentado contra la integridad de la mandataria más honesta en ejercicio de la presidencia en la República Federativa de Brasil”, indicó el gobierno de Maduro en un comunicado.
En Bolivia, la cancillería “llamó a consultas a su embajador” en Brasil y convocó a los países de la región “a rechazar estos golpes de Estado suaves ante el peligro de debilitación de la institucionalidad de la democracia, provocada por oposiciones incapaces de lograr los votos necesarios para formar un gobierno”.
“Acompañamos a Dilma, Lula (el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva) y su pueblo en esta hora difícil”, comentó el presidente Morales en Twitter.
El gobierno de Raúl Castro en Cuba rechazó “enérgicamente el golpe de Estado parlamentario-judicial.