Ramón Báez Figueroa, Marcos Báez Cocco, Vivian Lubrano y Luis Álvarez Renta fueron condenados en 2008 por falsear y ocultar informaciones y libros y presentar estados financieros falsos, para burlar la fiscalización de las autoridades monetarias y financieras; abuso de confianza, por la apropiación de fondos públicos (74 mil 493 millones de pesos en facilidades de liquidez y otras del Banco Central) como por apropiarse y lavar 55,845 millones de pesos de Baninter.
La desviación de recursos las realizaban los condenados:
1º. Cubriendo Ramón Báez Figueroa sus gastos “menores”, por más de un millón de pesos diarios.
2º. Adquiriendo activos, 179 empresas, al menos, y todo tipo de bienes.
3º. Capitalizando tiendas de zona franca vía cheques sin fondo y obligaciones nunca pagadas, a través de empresas como Bankinvest, Interduty Free, Ultra Export Corporation, Prestige Duty Free, GroupWide y Dominican Enterprises.
4º. Realizando transferencias a cuentas suyas en el exterior.
5º. Mediante “préstamos” aquí y en el exterior, pagados y avalados siempre por Baninter.
Los denominadores comunes de dichos comportamientos delictivos:
1º. Se sirvieron de cuentas corrientes en sobregiro en Baninter.
2º. Solicitudes de débitos contra cuentas en sobregiro, con supuestos préstamos, cheques, girados y cobrados, endosados por los beneficiarios y terceras personas, transferencias bancarias, certificados de depósitos, notas de débitos, certificados financieros y cartas de crédito stand by.
3º. Mediante memorandos confidenciales ordenaban cubrir balances en rojo y procedían, con cargo a cuentas como Finanza Empresarial, sin fondos, a cancelar los montos que ficticiamente figuraban como facilidades en el Interbanco, que era el banco oculto donde eran registradas esas operaciones delictivas para evitar que se conociera la grave situación de iliquidez e insolvencia de Baninter.
5º. Usaban diversas sociedades y empresas para cometer abuso de confianza, falsedad contable y lavado.
Fue tal la magnitud del fraude que en el banco oculto había una cuenta de 48 mil millones de pesos de “otros activos”, que era producto de la sumatoria de sobregiros y préstamos de los condenados, eliminados de sus cuentas y sacados fuera de los libros mediante memorándums confidenciales.
“La característica más distintiva de la situación del Baninter, es que en esa institución se generó un fraude de inusual magnitud”, como afirmó en su momento un panel de expertos bancarios.