Todas las épocas y tiempos son propicios para la reflexión y el agradecimiento. Más, ésta es la de mayor sensibilidad colectiva, siendo el final de año el que aprovechan muchos para develar sus más profundos pensamientos y exhibir sus más íntimos sentimientos.
Les invito a reflexionar acerca de lo pasado para extraer aprendizaje y seguir haciendo lo que dio buenos frutos, sobre el presente para vivir en paz, armonía, comprensión y porque es la base del futuro, al cual dejaremos tranquilo permitiendo que fluya, ya que es incierto y no lo controlamos.
Mencionar a cada una de las personas que nos han hecho reflexionar, a las que debemos agradecer por alguna razón, sería sumamente largo y peligroso (se podrían saltar sin intención algunos nombres vitales). Más, quienes lean sabrán que me refiero a muchos de ellos.
Empiezo agradeciendo a la Divinidad y al Universo por la vida y la Salud, por la familia, por mis amigos y compañeros de labores, por los que propiciaron la existencia de esta columna y los que trabajan con ella, por los lectores de esta columna y del diario El Día, por mis consultantes, por mis amigos, por mis necesidades y súplicas, por los conocimientos adquiridos y los que me los facilitaron, por la tecnología, por la oportunidad de compartir, por las experiencias vividas, por las oportunidades que he tenido y tendré, por lo que me falta por vivir.
Espero tengan fe en que el próximo año vendrá cargado de resoluciones beneficiosas para toda la humanidad. Esperemos lo mejor.