Reflexionar en Navidad acerca de los valores

Reflexionar en Navidad acerca de los valores

Reflexionar en Navidad acerca de los valores

Periodista Luis García

Hace poco más de tres años conocí al abogado santiagués José Miguel Minier, luego de que fuésemos escogidos miembros suplentes de la Junta Central Electoral (JCE), y desde entonces hemos desarrollado una bonita amistad basada en el respeto personal y profesional.

El penalista se ha convertido en un asiduo promotor de las reflexiones que publico en este diario, a tal punto que, conforme a sus propias palabras, el libro “Conversión con los sabios”, en el que se recopila una parte de ellas; forma parte de su lectura diaria.

En estos días recibí una de las habituales llamadas telefónicas de Minier, en la que me sugería que aprovechara la época navideña para ampliar una de esas reflexiones.

Se trata de la frase de Benito Juárez, político mexicano, cuando dijo que “los hombres no son nada, los principios lo son todo”. Y ciertamente que las personas que no observan los principios morales se convierten en mediocres, a las que el filósofo José Ingenieros definiría como “aquellas que tienen ruinas en el cerebro y prejuicios en el corazón”.

La sociedad dominicana actual, en la que predomina el individualismo y el consumismo, se desestructuran las organizaciones, se deslegitiman las instituciones y desaparece la identidad colectiva; requiere que se trabaje intensamente en la formación de individuos para la tolerancia, la solidaridad y la convivencia.

El hecho de vivir en sociedad debería desarrollar valores sociales que tengan como propósito la sana convivencia entre las personas, independientemente del color de la piel, estrato social o creencias políticas y religiosas.

Lo anterior implicaría la creación de un nivel de conciencia social que permita asegurar la cohesión necesaria para la construcción de un mejor país.

Pero esto significa que tenemos que abandonar ciertas prácticas que contribuyen a procurar intereses particulares por encima de los colectivos. La convivencia consiste en aprender a tolerar, a comprender las diferencias y a limitar la propia voluntad.

Los valores sin acción son iguales a la incongruencia. Si queremos ver una República Dominicana diferente, una sociedad más equilibrada, justa, responsable, innovadora y un futuro más alentador y competitivo, entonces ha llegado el momento de reflexionar y tomar en cuenta el significado de los valores más trascendentales para nuestras vidas y la sociedad.

En la medida en que se fortalezca la formación en valores éticos, sociales, culturales y humanos, en términos generales, lograremos que nuestros niños, jóvenes puedan romper con los prejuicios que han ido generando indiferencia y falta de compromiso frente a los problemas colectivos.

También podríamos lograr una nueva generación de dominicanos y dominicanas más optimistas, solidaria, humana, capaz de convivir en paz, de igual a igual.

Hay que superar el pesimismo, que se ha convertido en una especie de enfermedad del espíritu. A diario se enarbolan y, hasta defienden, ideas pesimistas, posiciones que no aportan en nada a resolver los problemas colectivos.

Y como lo dijo Nicolás Tesia, físico y matemático de origen croata:“Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia; cuando se separan, la persona no existe”.

Hay que ver este planteamiento en la línea del servicio a los demás, porque el secreto del éxito de toda persona radica en caminar hacia la disminución de sus defectos y el incremento de las virtudes.



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