En estos días en los que todo lo que era normal ha cambiado, en los que comenzar de cero se está volviendo normalidad.
En estos momentos en los que nos bombardean con incertidumbres y perdemos el control de lo que conocíamos.
En estos días, ahora, para mí, hay que volver a lo básico.
Para lograrlo debemos buscar nuestros referentes. Esas cosas que nos permiten aferrarnos a lo que somos y tomar las fuerzas para seguir hacia delante.
Si nos dedicamos a lamentarnos de lo que se ha perdido, vamos a estar dando vueltas sobre un eje que no nos dejará ver la salida.
Volvamos al principio. Busquemos dentro de nosotros qué es lo que nos da impulso, en qué y en quién creemos y a partir de ahí volvamos a construir nuestra historia.
He pensando mucho en estos días en mi infancia, cuando veía la vida con alegría, con ingenuidad y todo era nuevo para mí. Ahora es lo mismo.
Abro los ojos con mirada de niño para ver las posibilidades que se encuentran frente a mí.
Me ha llegado a la memoria las imágenes de mis abuelos, mis padres, que tanto trabajaron para salir hacia delante y lo lograron, a pesar de mil vicisitudes. Si los tuve como ejemplo, no es verdad que ahora no voy a hacer lo mismo.
Y miro a mi hijo que me ve como referente, que está formando su carácter y me llega el impulso final de dejar de lado la ansiedad y el miedo y tomar las riendas, soltando aquello que por mucho que quiera no puedo controlar.
Y después, las pequeñas cosas que me dan paz. Leer una buena historia, tomar una taza de café, hablar con una amiga, ver una serie, escribir, charlar con mi pareja… Y de repente, ya todo es normal.