“La soberanía, el poder, radica en el pueblo, de cuya voluntad soberana emanan todos los cargos públicos. Pero ese poder no es cada cuatro años, ese poder el pueblo lo tiene todos los días.
Es por eso que creo firmemente que deben crearse los mecanismos para que el pueblo ejercerza su poder soberano en cualquier momento que lo considere. En ese sentido, nos comprometemos con apoyar y promover el establecimiento constitucional del referéndum revocatorio de todos los cargos electivos, así como las leyes para su ejecución”.
Ese fue uno de los compromisos asumidos el día que presenté mi candidatura. El cual considero un punto fundamental para el fortalecimiento de la democracia, que permite a la ciudadanía revocar el mandato de un funcionario mediante votación, sin tener que esperar a que concluya el periodo para el cual fue electo.
Si un funcionario electo (presidente, senador, diputado, alcalde, regidor, director de distrito municipal, vocal) hace bien su trabajo, no debe temer a que su mandato pueda ser revocado.
Si esto no existe aún en nuestro país, es precisamente porque aquellos que deberían establecerlo (senadores y diputados) no quieren poner en juego sus cargos.
Lo cual evidencia su mala fe, y predisposición a hacerlo mal.
En mi caso, tengo todo el interés y la voluntad de hacerlo bien, pero si desvío mi camino, me gustaría que ese mismo pueblo que me eligió, me quite de inmediato.
Así, además del compromiso con mis valores, tendré la mirada vigilante de la ciudadanía, y la certeza de recibir su repudio si les traiciono.
No voy al Congreso a fortalecer los mecanismos de acumulación del poder, sino a fortalecer la democracia y los mecanismos de participación social.
Aprobar esa herramienta no depende solo de mí, pero asumo el irrenunciable compromiso de trabajar sin descanso para que sea una realidad.
Estaré en el Congreso algunos años, pero viviré en este país durante el resto de mi vida. No me interesan los beneficios del diputado, ese es un cargo pasajero; prefiero los beneficios del ciudadano, pues eso es lo que soy y seré, lo que serán mis hijos y mis nietos.
La democracia no es un negocio particular, es un derecho colectivo.