El agua es un tesoro inapreciable.
Sin ríos no hay agua. Sin agua no hay vida. Sin vida, la isla sería un desierto baldío.
Para que haya agua cuidamos las cuencas de los ríos, evitando la reforestación y sembrando nuevos árboles.
Porque sólo con agua podemos producir lo que comemos, generar 14 % de la electricidad servida por 36 presas hidroeléctricas y tener acueductos en ciudades y pueblos.
Porque sólo con agua se mantiene el ecosistema terrestre que alberga 7 mil especies endémicas repartidas en el sistema de parques nacionales más extenso de país alguno.
El agua es un tesoro inapreciado.
Persiste la práctica de extraer arena ilegalmente para la construcción, deformando las cuencas y debilitando su capacidad para mantener encauzadas las aguas de los ríos.
Persiste la práctica de talar árboles para producir carbón de leña y exportarlo hacia países que todavía cocinan con ese recurso altamente contaminante, debilitando la cobertura boscosa que protege las cuencas de los ríos.
Persiste la práctica de desperdiciar cuantiosamente mucha más agua que la requerida para irrigar los cultivos y llevarla a hogares, hoteles y fábricas.
Las tendencias son claras: el consumo anual de agua es mayor que la recibida por efecto de las lluvias.
Hacía falta un trabajo monumental como el del Ing. Domingo Marte para remachar este mensaje del cual poco se habla y mucho se sufrirá en lo adelante si no es que cambiamos con urgencia. En su ‘Ríos dominicanos, redes de vida’, publicado por el Banco Popular y recibido esta semana en Seúl, el Ing. Marte toma el relevo del padre Santiago de la Fuente, cuyo libro ‘Geografía Dominicana’ despertó la conciencia de tantos de nosotros cuando cursamos el bachillerato.
El libro del Ing. Marte nos regala fotos de gran calidad, llevándonos de la mano por todas las cuencas y sus afluentes y actualizándonos sobre el impacto económico y social que tienen para las provincias por ellos irrigadas.
El libro se complementa con cuatro videos en YouTube y una aplicación para celulares con los cuales interactuar y conocer mejor la belleza y la riqueza de nuestros ríos, la biodiversidad que hacen posible y las múltiples oportunidades que ofrecen para recrearnos en sus aguas cristalinas.
Ahora que el cambio climático eleva la temperatura del mar, subiendo su nivel y cambiando el patrón de lluvias, esta publicación del Banco Popular es una oportuna llamada a la acción.
Para que cada uno de nosotros cobre conciencia de lo frágil que es la vida en esta isla bendecida con un caudal todavía abundante de agua dulce.
Para que cada uno de nosotros cambie, desperdiciando menos agua y reciclándola en fábricas, fincas y hoteles.
Cabe felicitar al autor, al Banco Popular y a la imprenta Amigo del Hogar, donde también se imprimió el texto de ‘Geografía Dominicana’ hace ya 47 años.
La calidad lograda en ‘Ríos dominicanos, redes de vida’ está la altura de las mejores imprentas del mundo.
Desde ya ocupa un lugar prominente en la Embajada Dominicana en Corea.