Recuperar la normalidad

Recuperar la normalidad

Recuperar la normalidad

Roberto Marcallé Abreu

MANAGUA, Nicaragua. Es de madrugada, aquí, precisamente domingo de ramos. Aún está oscuro. Las horas marchan con una asombrosa lentitud. Mientras, la mente y el corazón se sobreexcitan ante una avalancha de presencias que alcanzan lo más profundo de nuestros sentimientos.

El país distante siempre está en nuestra mente y uno reflexiona, en los logros obtenidos por el presidente y su equipo, pero también en las dificultades de la cotidianidad. ¡Son tantos los asuntos pendientes! Porque es compleja la situación del país, la de tantos conocidos o íntimos cuyas vidas forman parte de la nuestra.

Pienso en Carlos Reyes, un joven escritor que merece el calificativo de extraordinario. De las nuevas generaciones de mujeres y hombres que ejercen el oficio en nuestra isla es uno de los que más admiro y respeto. Este joven intelectual habrá de colocar muchos lauros a las letras nacionales.

Carlos vive en España y ha confrontado muchas dificultades porque es una persona de limitados recursos. Es de carácter discreto y reservado y no le es fácil hablar de sus tropiezos.

Creo que es responsabilidad nuestra respaldarlo en los momentos tan difíciles por los que atraviesa.

Me he propuesto en esta complicada Semana Santa conversar con el ministro de Educación Superior a fin de que le restablezca una beca que le permita terminar sus estudios. Sería un aporte significativo no solo a un joven brillante sino al futuro literario del país. A Carlos no le va nada bien.

Pienso también en Fidel Ferrer, un honorable amigo de muchos años. Su hijo, una persona capaz y extremadamente formal, laboraba en Edesur y fue cancelado. Tengo la esperanza firme de que Milton Morrison, hijo del amigo Mateo Morrison y ejecutivo de esa institución del Estado, lo reingrese nuevamente.

Esta es una familia de gente valiosa y honesta. Sería para mí una noticia maravillosa, saber que este joven de tanto valer ha recuperado su trabajo.

Pienso, asimismo, en la profesora Cruz María Genao, de Mao, quien, pese a haberse graduado con honores, nunca ha sido contratada por el Estado para ejercer su profesión. Cruz María es una verdadera dama, una persona de gran capacidad.

Cómo quisiera que una persona sensible del Ministerio de Educación se acercara al Ministro y se ordenara el nombramiento de Cruz María, que se lo merece como la que más. Ella es madre de cuatro hijos, y necesita de este respaldo vital del Estado para salir adelante.

En esta semana recibí una carta del señor Enrique Zamora Llanes, un empresario nicaragüense y quien es uno de los principales propietarios del Banco Lafise. El desempeño de esta institución acaba de ser calificado como excelente por la firma International Pacific Credit.

La evaluación ha colmado de alegría a Zamora, con quien sostuve una extensa conversación, semanas atrás, a fin de estimularlo a realizar inversiones sustanciales en nuestro país.

Hablamos extensamente del presidente Abinader y le manifesté sus propósitos de reencaminar el país hacia nuevos rumbos, de institucionalizar los negocios públicos, enfrentar la corrupción y estimular la economía a fin de crear empleos y nuevas oportunidades. El banquero manifestó su admiración por el pueblo dominicano y la iniciativa y creatividad de sus empresarios.

Observo un video de una de las calles de Santo Domingo. Dos sujetos en un motor tratan de robarle a un transeúnte. Este se enfrenta con ellos. El conductor huye, pero su socio delincuente cae abatido a balazos.

El drama es tan intenso que nos hace perder el sueño. Las dificultades y conductas antisociales emergen por todas partes y en todos los países. Los accidentes de tránsito, el costo de la vida, el precio de los combustibles, los asesinatos de mujeres, los niños desamparados.



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