Dirán los opositores que el presidente Abinader desistió de su propósito de una reforma fiscal porque carece de suficiente apoyo popular y en el Congreso. Pero yo lo felicito por dos motivos.
El primero es que sólo los estadistas auténticos se atreven a reconocer cuándo se han equivocado, como en este caso Luis con el sentido de oportunidad para revisar cómo se cobran y gastan los impuestos.
Me molesta que quizás la presión o inconformidad ciudadana pueda hacerlo variar de opinión en otra instancia en que como gobernante deba aplicar alguna medida impopular y necesaria.
Segundo: Abinader fue muy humilde al solicitar acompañamiento en esta difícil etapa en que el país apenas está superando los estragos sanitarios y económicos de la pandemia.
Sin embargo, al felicitarlo doblemente, también me atrevo a aconsejar al presidente: sólo los estadistas auténticos asumen el riesgo de ordenar cuestiones tan impopulares como, en el caso dominicano, es cumplir la ley. Ojalá recular no resultara sólo de acomodarse a encuestas sino de un real propósito de progreso.