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Recordando al salesiano Juan Francisco García

Altagracia Suriel
Altagracia Suriel

A propósito del día de San Juan Bosco, que celebra el 31 de enero como la fiesta nacional de la juventud, es necesario recordar a Juan Francisco García, un religioso que marcó radicalmente las vidas de miles de jóvenes de Jarabacoa y del populoso sector de Villa Juana en las décadas de los ochenta y noventa, tiempo en que dirigió los oratorios centros juveniles de esas zonas.

Juan Francisco García murió a destiempo a finales de los noventa y justo en la novena de San Juan Bosco. Su salud siempre fue frágil, pero eso no le impidió entregar por completo su vida a los niños y jóvenes destinatarios de su misión y vocación.

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Muchos de los jóvenes que fuimos testigos de la vida y obras de Juan Francisco García entendemos que tiene méritos para los altares y que hay que promover que sea llevado al sitial que la iglesia otorga a las almas grandes que pasaron por este mundo haciendo el bien de forma extraordinaria.

Juan Francisco García fue un padre para los huérfanos. Los jóvenes desamparados y vulnerables encontraron en Juan Francisco García un padre que veló por ellos hasta que se hacían profesionales o encaminaban su vida. Para muchos huérfanos literales García fue una figura paterna amorosa y el Centro Juvenil un hogar.

Otros huérfanos en vida también hallaron casa en el corazón de García, quien acogía sin discriminar a todo joven que pisaba el patio del oratorio.

El señor Juan Francisco García se caracterizó por ser un salesiano a carta cabal y ser un hombre de fe. Fue un líder que empoderó a los jóvenes, un visionario que respondió a la realidad juvenil de su tiempo, se convirtió en un modelo de santidad para todos los tiempos y dejó huellas que perduran en los jóvenes.

Las huellas de Juan Francisco García persisten pese a casi tres décadas de su muerte. Bajo su guía surgieron vocaciones religiosas, profesionales exitosos en el ámbito de la vida jurídica, política, social y cultural. Las huellas de Juan Francisco García somos almas que pasamos por sus manos que gracias a él hoy somos mejores personas, familias unidas, sacerdotes y servidores de Cristo, ciudadanos responsables y comprometidos con República Dominicana.

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