En Juan Pablo II encontramos un ejemplo de santidad que cumplió la voluntad de Dios para él viviendo su misión desde el florecimiento y mantenimiento de su vocación religiosa, el anuncio del Evangelio, el sentido de responsabilidad histórica, la promoción de la paz entre las naciones y el perdón.
Una vocación en medio del ateísmo:
Juan Pablo II renunció a las cosas del mundo para vivir una vocación sacerdotal que floreció en medio de un contexto que prohibía la religión.
En medio un Estado comunista que promovía el ateísmo, nació la vocación de Karol Wojtyla. En el se cumplió el llamado que todos tenemos a florecer allí donde se nos ha plantado, independientemente de toda circunstancia.
El anuncio del Evangelio
Juan Pablo II fue un fiel cumplidor del mandato de Jesús de anunciar el Evangelio hasta los confines del mundo. El papa viajero o el papa peregrino recorrió 1,200,000 kilómetros y 104 países llevando la buena nueva.
En su viaje a República Dominicana insistió en el compromiso que todos tenemos con anunciar a Cristo: “Si habéis encontrado pues a Cristo, ¡vivid a Cristo, vivid con Cristo! Y anunciadlo en primera persona, como auténticos testigos: para mí la vida es Cristo” (Ph 1,21).
He ahí también la verdadera liberación: proclamar a Jesús libre de ataduras, presente en unos hombres transformados, hechos nueva creatura.
¿Por qué nuestro testimonio resulta a veces vano? Porque presentamos a un Jesús sin toda la fuerza seductora que su persona ofrece; sin hacer patentes las riquezas del ideal sublime que su seguimiento comporta; porque no siempre llegamos a mostrar una convicción hecha vida acerca del valor estupendo de nuestra entrega a la gran causa eclesial que servimos”.
Responsabilidad histórica:
La misión de Juan Pablo II fue decisiva para caída del comunismo en Polonia y los países soviéticos. Sus visitas a líderes políticos promoviendo el diálogo y la paz fueron impactantes. Él incidió en la apertura de la Unión de República Soviética Socialista al mundo.
Su amistad con Gorbachov influyó en la perestroika, en la caída del muro de Berlín y en el freno de la Guerra Fría. Sobre Juan Pablo II, Gorbachov afirmó: “Pocos han dejado una huella tan brillante en mi memoria como Juan Pablo II».
La reconciliación y el perdón:
Una de las lecciones más grande que hemos aprendido de la misión de Juan Pablo II es el perdón. Cuando sufrió el famoso atentado de muerte perpetrado por el extremista turco Ali Agca, en vez de condenar a su agresor, lo perdonó, recordándonos el llamado de Jesús de que perdonando es la forma de recibir su perdón.