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Reburujados

José Báez Guerrero
📷 José Báez Guerrero

Los familiares de personajes detestables pocas veces tienen oportunidad o deseos de poner distancia públicamente entre sí y quienes por cualquier motivo merecen una repulsa social. Mi papá solía decir que antes del 30 de mayo de 1961 había casi tres millones de trujillistas y pocas semanas después igual cantidad de antitrujillistas, sin haberse duplicado la población.

El trujillismo fue un horror tan inmenso que entre sus servidores hubo de todo, incluyendo rivalidades tan perdurables como la de Balaguer y Bonnelly. Al ver a un amigo de infancia, cuyo padre debió huir al final de la dictadura y que perdió a un hermano asesinado, referirse a la recién fallecida Aída Trujillo Ricart como “mi querida prima”, pensé sobre cuánta intimidad hubo entre enemigos secretos tan enconados que entre los conjurados que ajusticiaron a Trujillo los líderes eran compadres del dictador.

Aída, la hija de Tantana Ricart y Ramfis, este más loco y asesino que su papá sin ninguno de sus rasgos de estadista, me contó al entrevistarla hace más de quince años, que al enterarse de los crímenes de su padre y su abuelo lloró muchísimo y se llenó de vergüenza.

En su libro “A la sombra de mi abuelo”, publicado en 2008, relata esa dolorosa experiencia. En el presente, muchos trujillitos modernos y trujillistas anacrónicos tienen la suerte de que la sociedad fluida del “na’ es na’” les permite ejercer sus inmoralidades, vicios y delitos sin temor a llegar a casa tras currar y encontrar a su familia sublevada.

Descanse en paz Aída, que aunque falleció por enfermedad en Madrid a sus 72 años, fue otra víctima de la sevicia y el horror trujillista.

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José Báez Guerrero

Abogado, periodista y escritor dominicano.

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