Aceptar, en mayor o menor medida, que vamos a morir un día, tarde o temprano, es una realidad ineludible que, paradójicamente, puede convertirse en una fuente de libertad.
Sí, así como lo leen, ya que esta aceptación nos enseña a soltar, a dejar ir las cosas que nos atan y nos impiden vivir plenamente… en conclusión, a tomar las decisiones para nuestro bienestar. Cuando más practicamos el desapego, más podemos soltar lastres y, con ello, seremos más capaces de vivir el ahora con mucha más realidad e intensidad.
La vida nos ofrece innumerables oportunidades para aprender y crecer, pero muchas veces nos quedamos anclados en nuestra seguridad, en lo que tenemos o lo que pensamos que tenemos.
Nos aferramos a la comodidad de lo conocido, a la ilusión del control, y en ese proceso, nos olvidamos de disfrutar el presente.
Nos decimos a nosotros mismos que mañana o dentro de un año, o tal vez más, haremos aquello que realmente queremos. Postergamos. Sin embargo, la única garantía que tenemos es el ahora. ¿Qué tengo que perder? ¿Mi vida? Si ya sabemos que la perderemos de todos modos y que vamos a morir, entonces, ¿por qué no arriesgarnos a vivir plenamente?
Perder el miedo y atreverse a hacer cosas que, en un primer momento, rechazaríamos, es esencial en nuestro transitar. Es en esos momentos de valentía, decisión y acción donde realmente marcamos la diferencia en nuestras vidas. Tomar decisiones que nos saquen de nuestra zona cómoda puede parecer aterrador, pero es precisamente ese miedo el que debemos enfrentar y superar para vivir una vida plena y significativa.
Y cada quién con su carreta.
Cada día que vivimos es una oportunidad para ser más auténticos, hacer aquello que nos brinda alegría… ser un tanto egoístas.
Recuerda que marcar la diferencia no requiere grandes gestos heroicos; a veces, son las decisiones pequeñas, pero valientes, las que transforman nuestras vidas. Cuando nos atrevemos a vivir el presente con intensidad, estamos verdaderamente viviendo. Y en esa vida plena y auténtica, es donde encontramos la verdadera esencia de marcar la diferencia y dejar de vivir lamentándote: “Si lo hubiera hecho”.