Ojalá que, en las horas por venir, incluyendo la fecha que evoca el nacimiento del niño Jesús y más allá, la gente viva momentos de ebullición y emoción, como aparentemente ha estado ocurriendo, a juzgar por el comportamiento del tránsito terrestre y la presencia de clientes en los supermercados y otros centros comerciales, en las ciudades de mayor movimiento en República Dominicana.
Que haya gente cargada de esperanza y dispuesta a asumir los retos y desafíos que depara el porvenir, que son muchos en todos los planos; y a dar respuesta a las demandas más sentidas en lo familiar, en lo laboral y en lo institucional.
Es para algunos una tradición hacer una especie de análisis tipo FODA, cuando se aproxima un nuevo año, que permita establecer cuáles son las fortalezas, las oportunidades, las debilidades y las amenazas que se tienen, en cada caso.
República Dominicana ha mostrado grandes fortalezas en áreas muy puntuales, en las que, incluso, contra todo pronóstico, ha resultado sumamente airosa y competitiva, y esa realidad nos ha convertido en referentes para otras naciones a las que, además, suponíamos más avezadas en el manejo de políticas públicas eficaces.
Hay áreas en las que, empero, el país debe seguir procurando mayores destrezas para impulsar, sin morir en el intento, la solución a los problemas que lo afectan y es un compromiso que debe ser asumido por quienes desean lo mejor para la nación, independientemente de diferencias políticas, religiosas, deportivas y empresariales, que las hay.
Funcionarios gubernamentales han referido el desempeño elogiable de la economía dominicana, en medio de crisis externas, pero son cautelosos al momento de dar por sentado que se ha alcanzado la cima. Y eso es positivo.
El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Pavel Isa Contreras, por ejemplo, sin dejar de expresar optimismo, también indica los retos y desafíos que debemos enfrentar y que siguen ahí, en el día a día, desde hace mucho tiempo:
“Es importante impulsar políticas públicas para mejorar indicadores en educación de calidad y cobertura, agua potable y saneamiento y las vulnerabilidades frente a shocks asociados al cambio climático, entre otros”, ha expuesto Isa Contreras.
Igual ocurre con el gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, quien, lleva 28 años al frente a la institución, desde el 31 de agosto del 1994, que en varias oportunidades ha resaltado la fortaleza de la estabilidad macroeconómica del país, sin dejar de reconocer la necesidad de impulsar efectivos mecanismos de distribución de la riqueza.
El propio presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, ha dedicado tiempo en deplorar el nivel de pobreza que viven amplios sectores del país.
Obviamente, es un tema que figura como una de sus ocupaciones.
Poca gente duda de la actual fortaleza macroeconómica de la nación, incluyendo a políticos que, dependiendo del momento, aseguran o rechazan que las cifras son maquilladas desde el gobierno, aunque se trata de la misma economía, por cuyo desempeño el país fue bautizado antes, con sobradísimas razones, como “el milagro de la región”.
Pero a la fiesta no todos han sido invitados y es, precisamente, la falta de equidad en la distribución de las riquezas, y ni hablemos de la corrupción, lo que ha impedido el gran despegue que quisiéramos tener como sociedad, como nación.
Y es que el país anda en busca de su destino y quisiera ver saldadas o, por lo menos amortiguadas, sus largas deudas sociales acumuladas. El año próximo puede convertirse en una gran oportunidad para materializar y consolidar el cambio ¡Ojalá pueda ser aprovechado!