RD nos están presentando no es la verdadera

RD nos están presentando no es la verdadera

RD nos están presentando no es la verdadera

Periodista Luis García

Nadie duda que la República Dominicana goza de ciertos atributos de estabilidad que la colocan en un sitial preferencial en América Latina, pero tampoco es el país de las maravillas que nos están presentando desde ámbitos oficiales.

Existen déficits que no se limitan a lo económico; se extienden a la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la violencia intrafamiliar, la agenda institucional y la democracia, entre otros.

La narrativa de que hemos cambiado y de que estamos cambiando para mejor constituye una farsa que comienza a desvelarse.

Las perspectivas muestran que la tendencia es a seguir un desmejoramiento en las condiciones materiales de vida de los segmentos poblacionales más vulnerables.

Se puede construir una percepción de prosperidad durante cierto tiempo, pero se desmoronará cuando no coincida con la realidad objetiva que vive la sociedad. La gente se ha despertado.

Sabe que no habita el país mágico que maravilló a Alicia, inspirado en la fértil mente de Lewis Carroll hace casi 160 años.

Las cifras son frías y muestran la realidad: Desde el primero de enero hasta el 8 de noviembre pasado, República Dominicana registra al menos 1,140 muertes violentas ocurridas en distintos puntos de su territorio.

De ese total, 985 corresponden a homicidios en riñas y otras circunstancias; 44 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, y 91 personas murieron a manos de agentes de la Policía Nacional en supuestos intercambios de disparos. También ocurrieron, al menos, 11 suicidios y nueve hombres fueron ultimados por sus parejas.

El difícil arte de gobernar a una nación en el mundo de hoy requiere de las autoridades gobernantes un ejercicio basado en la capacidad y la ética para la implementación de políticas públicas que proporcionen bienestar colectivo a sus habitantes.

El instinto, la improvisación y la conducción estatal en función de por dónde se dirigen las olas de las redes sociales y los medios de comunicación en el día a día no son opciones adecuadas para garantizar mejoras en las condiciones materiales de vida de la población.

El buen gobierno se planifica con eficiencia y eficacia; el azar no produce dividendos, mucho menos la saturación con narrativas de una bonanza que colide con la realidad.

Hay que contar con técnicos cualificados que diseñen y ejecuten iniciativas que proyecten futuros promisorios, que sean capaces de afrontar exitosamente las crisis, al margen de que sean exógenas o endógenas.

En estos tiempos no hay espacios para los funcionarios “kakistocráticos”, es decir, inexpertos e incapaces.

Además, de los conocimientos, destrezas y habilidades de los gobernantes de esta época, otro elemento indispensable lo constituye el aspecto ético.

Esto, porque la axiología, como rama de la filosofía y auxiliar de la ética, juega un rol importante en el ejercicio de la opinión pública, en virtud de su vinculación con las estructuras de los valores y los juicios valorativos.

Conforme al idealismo kantiano, los contenidos que se viertan en los medios de comunicación de masas deberían siempre corresponderse con la verdad de los hechos.

La toma de decisiones de forma improvisada, sin un método riguroso para evaluar riesgos e impactos, incrementan las probabilidades de que los problemas se agraven y dar paso a crisis de gobernabilidad.

Caminamos sobre terrenos movedizos que pueden conducir hacia la explosión social, sin que luego existan recetas para frenar la impotencia de un pueblo que se siente burlado.

Desde las cifras también se puede mentir, hasta descaradamente. El poder político gubernamental debe aceptar la realidad y no promover una República Dominicana inexistente.