“El béisbol es el deporte de los dominicanos”. “Si de algo saben los dominicanos es de pelota”. “República Dominicana es el segundo país mayor productor de peloteros después de Estados Unidos”. “Los dominicanos son los mejores peloteros de la bolita del mundo”. “República Dominicana es campeón del mundo”, etc., etc., etc.
Todos esos clichés, y muchos más, expresan los dominicanos cuando de béisbol y peloteros se trata.
Y no es para menos, los beisbolistas del patio, desde que dieron su primer paso en la Gran Carpa, y en otras ligas alrededor del mundo, han dado “mucha agua de beber” con sus extraordinarias actuaciones.
Así las cosas, no se concibe que un país que se identifica en el exterior por su prolífera producción de peloteros, no esté en capacidad de montar ni siquiera un tramo del Clásico Mundial, cuya última edición ganó invicta.
La identificación del país con el béisbol es tal, que en una ocasión en Taiwán, cuando preguntaban de dónde éramos, simplemente se hacían las señas que popularizó Sammy Sosa, y todos entendían a vuelo de pájaro.
Eso es una vergüenza nacional, que al parecer se perdió desde hace tiempo, se la tragó una vaca, o la asaltaron delincuentes de alta o baja monta de los tantos que andan sueltos. Sobre este caso, nadie dice “ni esta boca es mía”. ¡Dios mio! ¡Qué barbaridad!
Pero hay que colegir que ya nada debe sorprendernos, que cualquier cosa es posible y pasa sin que nadie se inmute.