Razón y emoción

Razón y emoción

Razón y emoción

David Alvarez

Educar es una tarea constante, tanto a nivel intrageneracional, como entre todos los miembros de una sociedad. La educación es el proceso mismo de humanización, valga decir, nos hacemos más humanos mientras más nos educamos, entendiendo la humanización como el proceso de desarrollarnos social y personalmente como Homo Sapiens.

Ninguna otra especie que conozcamos está ligada a semejante proceso en su evolución.

El desarrollo de la razón es el eje central de todo ese proceso.

Mientras más lúcidos somos, más capaces somos de madurar personalmente e interactuar socialmente para beneficio de todos, entendiendo las claves de nuestra maduración y aprendiendo a responder de forma más efectiva con nuestro entorno material y el entramado cultural que como especie hemos construido y nos sustenta.

Las emociones, en cuanto reacciones involuntarias ante las demandas del entorno y que activan respuestas primitivas (alegría, miedo, odio, deseo, etc), han de ser progresivamente ordenadas y dirigidas por la razón, tanto a nivel individual, como colectiva.

Dejarse guiar por emociones, sin la luz de la razón, nos retrotrae evolutivamente, nos reduce a nuestra animalidad básica.

No se trata de obviar las respuestas emocionales, si no de aprender a identificarlas e integrarlas como señales reales de nuestro organismo y el cuerpo social donde nos hayamos insertos, y no permitir que sea la respuesta inmediata a los conflictos o los impulsos.
La razón ha de ser la evaluadora y guía de nuestras emociones.



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