Raquel Arbaje revive la chispa del primer encuentro con el presidente Abinader

Santo Domingo.- La historia de amor entre el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, y la primera dama Raquel Arbaje comenzó de forma sencilla y casi fortuita, una fiesta de cumpleaños en casa de un primo, Ángel Nader, cuando ella tenía apenas 18 años.
«Recuerdo que dije, Ángel tiene muchos amigos buenos mozos. Déjame yo cogerle esta ropa a Mónica que está muy chula», relata entre risas Raquel, de ese primer encuentro que marcó el inicio de toda una vida juntos.
Al llegar, cuenta que estaba conversando con su prima Odett cuando un joven alto y delgado, que hablaba de política con otro primo, captó su atención de inmediato. Era Luis Rodolfo Abinader Corona, el joven que, con el tiempo, se convertiría en su compañero de vida y el padre de sus tres hijas.

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«Era la primera vez que lo veía. Me acerqué, claro, porque hay que ayudar también a los caballeros», dice.
De una foto a una pregunta
Aquel día apenas compartieron una foto, pero el flechazo fue suficiente para que la curiosidad de Luis hiciera lo demás. «Después de la foto, él le preguntó a Ángel: ‘¿Quién es esa de cabello negro?‘ Y bueno, el resto es historia», rememora con una sonrisa.
Hoy, después de 30 años de matrimonio y tres hijas criadas con amor y respeto, Raquel Arbaje reflexiona sobre lo que significa ser esposa de un presidente.
«No es fácil. Hay noches que quiero ver una película juntos, pero a veces el teléfono suena a la una de la mañana. Yo siempre digo: ‘Esto es pasajero'».
La esposa del presidente
Sin embargo, afirma que han logrado encontrar un equilibrio en la crianza y en el hogar.

«Luis y yo siempre hemos sido democráticos en eso. Aunque cedí un poco mi desarrollo profesional, fue una decisión compartida. Sabíamos que él tenía que trabajar mucho, y yo quería estar presente en la vida de nuestras hijas», dijo en una entrevista con Jatnna Tavárez.
Ese mismo espíritu de entrega y compromiso que caracteriza a Raquel como esposa y madre, lo ha llevado al Despacho de la Primera Dama, un espacio que ella misma ha definido como «pequeño y modesto», pero lleno de propósitos.
El Despacho de la Primera Dama
«Siempre admiré a doña Rosa Gómez de Mejía, que me aconsejó desde la campaña. Sabía que quería una oficina que trabajara con pasión, sobre todo por la niñez y adolescencia del país», afirma.
Bajo su liderazgo, se creó el Gabinete de Niñez y Adolescencia para prevenir las uniones tempranas y embarazos en adolescentes, un problema que perpetúa la pobreza y limita el futuro de muchas jóvenes.
Gracias a estos esfuerzos y a la colaboración con entidades como UNICEF, se ha logrado reducir un 4.25% la tasa de embarazos adolescentes en el país.
«Ese es un logro de todo un equipo, de todo el país», destaca Raquel con orgullo.
Su sensibilidad y vocación de servicio también la han llevado a proyectos como el Pabellón Oncopediátrico en el Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Sánchez de Tavares (INCART), un espacio que ofrece esperanza y atención a niños con cáncer.
«Trabajamos junto al INCART y al Ministerio de Salud para que estos niños tengan acceso a tratamientos y medicamentos esenciales», explica Raquel, visiblemente emocionada.
A lo largo de estos años, ha contado con el apoyo de toda una red familiar y social que ella misma valora profundamente.

«Para criar a un hijo se necesita el entorno: una mamá, una vecina, una amiga que te dé un consejo. Eso hace toda la diferencia», asegura con gratitud.
Al recordar su historia con Luis, sus hijas y su trabajo en el Despacho de la Primera Dama, Raquel Arbaje se muestra como una mujer cercana, cálida y llena de energía para seguir aportando.
«Yo siempre he creído en la ley del amor»
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