Aunque el lugar está acondicionado para el esparcimiento y creación, cumple con estándares de protección medioambiental.
San Francisco.-“Modelos de ecoturismo”, una terminología de moda que sin duda podría ser la clave para resolver muchos de los conflictos ambientales surgidos en el país, como el caso de Valle Nuevo.
Aunque las hermosas playas, hoteles y villas frente al mar han sido la mejor carta de presentación del país, en República Dominicana existen innumerables proyectos que, además de servir de lugar de esparcimiento, contribuyen a la preservación de los recursos naturales, en especial, de áreas protegidas.
Tal es el caso del Rancho Don Lulú, un complejo ecoturístico ubicado a los pies de la loma Quita Espuela, una de las reservas científicas más importantes del país por su diversidad biológica.
Se trata de un lugar encumbrado en la tranquilidad de la falda de las montaña del norte de San Francisco de Macorís, donde existen 639 especies de distintas plantas, de las cuáles 74 son endémicas de la zona.
¿Cómo nace el proyecto?
El Rancho Don Lulú fue construido luego de la publicación del decreto 82-92, que declaró la loma Quita Espuela reserva científica, cuya protección y manejo fue encomendada a la Fundación Loma Quita Espuela, creada para tales fines dos años antes.
Esta medida incluía la recuperación de los espacios que habían sido depredados por el conuquismo y la quema de árboles para venta de carbón y madera, lo cual generó protestas.
En medio del revuelo, la Asociación Ecoturística El Solenodonte y la familia Amarante vieron la oportunidad de crear un proyecto que aprovechara el potencial ecoturístico de la zona y ayudara a su protección; a la vez que crea riquezas a los lugareños que antes vivían de la siembra de productos agrícolas.
“El objetivo propio de esto es demostrar que aquí se puede generar una fuente de ingreso para los moradores, que antes sobrevivían del cultivo de la reserva para encontrar un modo de vida”, explicó a EL DÍA el administrador del centro, Luis Amarante.
En el Rancho Don Lulú se ganan la vida 35 de esos lugareños, que no solo se encargan del mantenimiento del rancho, sino también de evitar la contaminación y depredación de la reserva, donde crecen unos 60 ríos y arroyos.
Esta podría ser una solución para los agricultores de Los Haitíses y Valle Nuevo, en Constanza, donde las autoridades iniciaron un proceso de desalojo por ser zonas protegidas.
Atractivos de Don Lulú
Luis Amarante contó que la idea original del rancho nació de uno de sus seis hermanos (Adriano), para brindar un espacio de descanso a los turistas que visitaban la reserva científica.
Su nombre es en honor al padre de la familia Amarante, llamado “don Lulú”, quien fue uno de los precursores de este proyecto, que aunque es privado se maneja con un concepto comunitario.
“No operamos con un concepto comercial, si no de conservación e integración”, dijo el administrador.
Esa sensación familiar se percibe al ver a la hermana de Luis (Amparo Amarante) preparar, junto a varias mujeres y hombres de la comunidad El Cadillar, la comida de los cerca de 8,000 visitantes que cada año visitan y van a disfrutar de la belleza que ofrece la zona.
Estos se encargan de servir un exquisito y variado menú de platos típicos dominicanos y se aseguran de que el cliente se sienta como “en casa”.
Atractivos
No hay lugar para el estrés ni tampoco para las interrupciones, pues el rancho queda en una localidad alejada del centro de la ciudad.
El verde impresiona por donde quiera que se mire y la tranquilidad de las aguas del río completan un panorama idílico que aporta una sensación de bienestar y relajamiento.
Es ideal para desconectarse del ruido de la ciudad y los afanes cotidianos, pues el único sonido que se escucha con frecuencia es el de los pájaros y el viento haciéndose paso entre los árboles frutales de la propiedad.
El lugar abrió en 2007 con algunos espacios, dos años después agregó un balneario natural y en 2010 agregó habitaciones.
“Ahora tenemos nueve habitaciones con capacidad para albergar 40 personas, pero tenemos colchonetas que se pueden agregar para colocar hasta a 60”, dijo.
Además tienen un salón para eventos.
El precio es uno de sus mejores atractivos. Estos van desde 100 pesos por un pasadía sin comida y 350 con mida, hasta 1,700 por 24 horas con dormida y tres comidas.
Se pueden hacer tres tipos de excursiones: El Sendero de la Nube, Montecito de Don Sorón y la del Cacao (en proceso).
Estas excursiones tienen un costo de 700 para grupos de 15.