El súper escucha Rafael Ávila ha fallecido el lunes 30 de enero 2023 en su residencia cerca de Miami a sus 92 años, una avanzada edad agravada por una enfermedad degenerativa: alzheimer.
Un cubano que se “aplatanó” en nuestro país al que abonó un inmenso legado en materia de béisbol y que hoy disfrutan cientos o miles de dominicanos, numerosos de los cuales han alcanzado altos estándares de vida.
Nombrado en 1970 como scout para América Latina por los Dodgers de Los Ángeles, en 1971 comenzó su relación con República Dominicana, de manera que hizo de esta su segunda patria, a la que realizó importantes aportes dentro y fuera del béisbol profesional.
Con Peter O’Malley como propietario, los Dodgers establecieron aquí, en 1987, la primera academia de una organización de Grandes Ligas, en Las Palmas de Guerra. Ávila fue su eje central como mentor y que tomó como plataforma para reforzar su relación con el deporte y el país.
La iniciativa tuvo tal importancia, que motivó que en la actualidad las 30 organizaciones referidas estén asentadas con sus propios complejos de entrenamiento donde concentran decenas de jugadores, criollos y de otras nacionalidades, firmados para el profesionalismo.
Ávila también fue corresponsable del establecimiento de la Liga de Verano o Dominican Summer League (DSL), donde cientos de jóvenes por año dan los primeros pasos en el béisbol profesional, cuyo objetivo cumbre es alcanzar las Grandes Ligas y el gran dinero que paga en Estados Unidos.
Desde entonces, el binomio academias-DSL ha impactado la vida a miles de familias dominicanas, desde la de los jóvenes que recibieron bonos de firma por cientos de miles o millones de dólares, hasta los que firman grandes contratos multianuales.
Cuentan los cientos que trabajaron o lo hacen como scouts de dichas organizaciones; los scouts o preparadores independientes, quienes se han agenciado un nivel de vida por encima de la media del dominicano.
Se agregan los que laboran como coaches y personal con oficios diversos dentro de las academias; así como otros que de manera marginal se ganan la vida con pequeños negocios o brindando servicios alrededor de esas instalaciones.
Se quiera reconocer o no, de todo aquello tiene algún mérito el accionar de Ávila.
Las actividades de Rafael Ávila no estuvieron exentas de controversias. La relación que ayudó a construir entre Dodgers y Tigres del Licey, que retribuyó grandes éxitos a la franquicia del béisbol invernal, le hizo ganar la animadversión de rivales.
Hizo grandes contribuciones al béisbol amateur, pero se le señaló cuando las cosas no salieron bien con la estructuración de la selección nacional en los Juegos Olímpicos Los Ángeles 1984.
Los Dodgers hicieron tradición en llevar periodistas a sus entrenamientos primaverales en su antigua base en Vero Beach, Florida, donde dispensaban excelentes atenciones. Se llevó las críticas de quienes no recibieron el honor.
En nuestro caso, como buscador de noticias para los medios en los que laboramos, recibimos de Ávila muy buen trato. En 1998 nos invitó al recorrido por Vero, pero el diario El Siglo, donde prestamos labores, decidió enviarnos a la Liga del Cactus, en Arizona, a dar seguimiento a Sammy Sosa y los estelares criollos que entrenaban en esa latitud, lo cual hicimos por tres años seguidos. Pero no fuimos al paraíso de los Dodgers.
El béisbol quisqueyano guarda gratitud con Rafael Ávila y se lo retribuyó, en parte, con su exaltación en 1996 al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.