José Báez Guerrero
En los asuntos de Estado no debería darse mucha importancia a las pequeñeces si obviarlas favorece la resolución de asuntos de mayor envergadura.
Un ejemplo son los reparos usados como excusa por el gobierno de transición de Haití para rechazar la invitación a la ceremonia de inicio del segundo periodo del presidente Abinader, el viernes próximo. Alegan la dificultad menuda de la interrupción de los vuelos entre ambos países.
El Consejo Presidencial de Transición (CPT) y su primer ministro, Garry Conille, arguyen que no ven bien que deban viajar vía Miami, lo cual es una real tontería o pueril presión para reanudar el tránsito aéreo entre Santo Domingo y Puerto Príncipe, pues podríamos traerlos por avión o helicóptero.
Se quejan también de que no hay disponibles visas para que haitianos viajen aquí, aunque pese a ello miles entran y salen cada mes sin mucha dificultad aun sea ilegalmente.
Igualmente, sigue el comercio. El cierre está más que justificado por la situación del territorio vecino, donde su Gobierno pidió tropas extranjeras para restablecer el orden.
Sin buena voluntad de ambas partes será mas difícil o imposible la convivencia de ambos pueblos tan disímiles condenados a la vecindad.
